Con el apoyo incondicional de su hija Débora, comenzó a cursar el primer grado en una escuela para adultos, dando el primer paso para cumplir su anhelo de saber leer y escribir, un sueño postergado por una vida de trabajo desde la infancia.
La imagen de un abuelo con guardapolvo blanco, sentado con emoción en el banco de una escuela, se ha convertido en un poderoso símbolo de perseverancia y ganas de superarse. Se trata de Juan Carlos, quien a sus 74 años ha decidido saldar una cuenta pendiente con su propia historia: aprender a leer y escribir.
Una vida de trabajo y un sueño postergado
La vida de Juan Carlos estuvo marcada por el trabajo desde muy temprana edad. Originario de Santiago del Estero, las responsabilidades familiares lo obligaron a dejar de lado la escuela cuando era apenas un niño. "No pude estudiar porque mi papá nos hacía trabajar a todos. Éramos once hermanos", relató con sinceridad. Esta realidad lo llevó a dedicar su vida a diversas labores, pero la espina de no haber podido formarse siempre quedó presente.
El deseo de leer el diario, de entender los carteles en la calle o simplemente de poder escribir su propio nombre fue el motor que lo impulsó a tomar esta valiente decisión. "Quiero aprender a escribir mi nombre y mi apellido, quiero leer el diario", confesó, resumiendo la simpleza y la profundidad de su anhelo.
El apoyo fundamental de la familia
En este nuevo camino, Juan Carlos no está solo. Su hija Débora se ha convertido en su principal pilar y compañera. Fue ella quien lo acompañó en su primer día de clases en una escuela para adultos en La Matanza, un momento cargado de emoción y orgullo familiar.
Débora fue testigo del entusiasmo de su padre, quien preparó su mochila con todos los útiles necesarios, como cualquier niño en su primer día. "Es muy emocionante, estamos todos muy orgullosos de él. Siempre quiso hacer esto", expresó, visiblemente conmovida por la determinación de su papá. La familia lo apoya en cada paso, celebrando su coraje y su decisión de enfrentar un nuevo desafío sin importar la edad.
La historia de Juan Carlos es un recordatorio inspirador de que la voluntad y el deseo de aprender no tienen fecha de vencimiento y que, con el apoyo adecuado, siempre es posible alcanzar los sueños.
Fuente/Canal: ElTreceTV