Con el paso de las semanas, comprendió que no se había tratado de un hecho azaroso: calles, cafés, bares, tiendas y edificios, pronto lucieron su multiculturalidad a toda hora y con gran belleza: "Sin dudas, fue lo primero que me asombró de Bruselas. ¡Es una ciudad chica, pero contiene tantas culturas! En el día a día, pude comprobar que gran parte de sus residentes provienen de distintos lugares del planeta, algo que me parece maravilloso, me fascina".

Bruselas es la capital de Bélgica, de la Comunidad Francesa de Bélgica y de la Comunidad Flamenca. Se la conoce también como la capital de la Unión Europea.
Bruselas es la capital de Bélgica, de la Comunidad Francesa de Bélgica y de la Comunidad Flamenca. Se la conoce también como la capital de la Unión Europea.

Un amor en París: "Ni tu país ni el mío"

No era la primera vez que María de Larrañaga dejaba su suelo natal para vivir en Europa. Años atrás, a sus 24, una visa anual la había llevado a estudiar y trabajar en París, aquella capital icónica con la que soñaba desde su infancia.

Doce meses fueron suficientes para intimar con parientes lejanos que la recibieron con los brazos abiertos, perfeccionar su amor por la lengua gala, enamorarse profundamente de un francés, y recorrer las hermosas calles parisinas envuelta en una atmósfera de romance.

A su querida La Plata no regresó sola. María trajo consigo a Thomas, con quien vivió un año argentino intenso, de presentaciones, costumbres compartidas, su paso por el registro civil, y la llegada de una nueva decisión: se irían a vivir a Bélgica.

"Con mi pareja convenimos que no queríamos residir ni en su país y ni en el mío, pero sí deseábamos que fuera en uno francófono, y así surgió Bruselas. También la elegimos porque mi marido hace stand up, y en aquel momento descubrimos que en la ciudad había un gran resurgimiento de la escena, ideal para desarrollarse", rememora María sonriente y calma.

María en Bélgica.
María en Bélgica. Crédito: @mariadelarra

Con una oferta laboral en mano, Thomas arribó en Bruselas un tiempo antes y se dispuso a buscar una vivienda. Para María, la segunda partida resultó algo más compleja de lo esperado. En esta ocasión, la joven no volaba para retornar en un año: el plan era permanente. "Cuando llegó mi momento de partir, lloré mucho. Soy muy emocional y esta vez costó dejar Argentina. Pero como con todo, después te acostumbrás a convivir con la distancia. Mi familia y amigos por suerte me apoyaron, lo que me permitió volar con libertad", asegura al recordar aquellos tiempos de despedida.