La provincia de Formosa ha vuelto a ser el epicentro de un escándalo político que combina rasgos de autoritarismo con situaciones que rozan lo absurdo. En esta ocasión, la maquinaria de seguridad del gobernador Gildo Insfrán activó sus protocolos no para detener a un criminal peligroso, sino para neutralizar a un militante disfrazado de león, el símbolo icónico de La Libertad Avanza (LLA) y del presidente Javier Milei.

El incidente en el Galpón G

Los hechos ocurrieron en el marco de una ceremonia oficial de entrega de diplomas a autoridades electas (diputados y concejales), un evento que debería celebrar la democracia y la pluralidad de voces. Sin embargo, la presencia de un joven caracterizado con el traje de felino, que suele animar las convocatorias libertarias, fue considerada una "amenaza" para el orden establecido por el oficialismo provincial.

Según se desprende de las imágenes viralizadas y de los reportes locales, efectivos de la policía provincial interceptaron al "Leoncito" en la zona del paseo costanero y el predio ferial conocido como Galpón G. Sin mediar provocación violenta por parte del militante, los uniformados procedieron a su retención y expulsión del lugar. La imagen de las fuerzas de seguridad escoltando y llevándose "preso" a un muñeco de peluche gigante se ha convertido rápidamente en un meme trágico que ilustra la realidad formoseña.

Un patrón de intolerancia sistemática

Este episodio no es un hecho aislado, sino un eslabón más en una cadena de hostilidades documentadas contra la oposición en Formosa. La provincia, gobernada ininterrumpidamente por Insfrán desde 1995, ha sido señalada reiteradamente por organismos de derechos humanos y por la oposición nacional como un "feudo" donde el disenso se paga caro.

• Antecedentes violentos: Apenas unas semanas antes, en octubre de 2025, militantes de La Libertad Avanza, incluyendo al influencer Iván Rotela, fueron agredidos físicamente por punteros vinculados al oficialismo durante una actividad en la Plaza San Martín.
• El caso del gesto: Cabe recordar también la detención de Germán Malkiewiez en 2024, un joven que fue arrestado simplemente por hacer un gesto de "fuck you" a la caravana del gobernador, un caso que expuso la fragilidad de la libertad de expresión en el distrito.

La policía como brazo político

La actuación de la policía en el caso del "Leoncito" refuerza las denuncias de legisladores opositores, como la diputada Gabriela Neme, quienes sostienen que las fuerzas de seguridad actúan como una "guardia pretoriana" del poder político local. En lugar de garantizar la seguridad de todos los ciudadanos, los recursos del Estado parecen destinarse a vigilar y amedrentar a quienes portan colores o símbolos distintos a los del Partido Justicialista local.

"En Formosa, llevar un disfraz de león es más peligroso que cometer un delito real. La policía actúa rápido para censurar, pero no para cuidarnos", expresaron referentes locales tras la difusión del video.

El simbolismo de la batalla cultural

La detención del "Leoncito" tiene una carga simbólica potente. El león representa la irrupción del liberalismo y el desafío al status quo de la "casta" política, un discurso que ha calado hondo incluso en provincias tradicionalmente peronistas como Formosa. Al intentar ocultar o expulsar a este símbolo de la vista pública, el gobierno de Insfrán acusa recibo del crecimiento de una fuerza política que amenaza su hegemonía de tres décadas.

Lo que el oficialismo local no parece calcular es el "efecto Streisand": al intentar censurar una manifestación pacífica y hasta lúdica, han logrado amplificar el mensaje de La Libertad Avanza, llevando la imagen del león detenido a las pantallas de todo el país y generando una ola de solidaridad que trasciende las fronteras provinciales. En la era de las redes sociales, la imagen de un patrullero llevándose a una mascota partidaria es la mejor publicidad que la oposición podría haber pedido, evidenciando el nerviosismo de un régimen que no tolera la competencia ni el humor.

Conclusión: democracia de baja intensidad

Mientras el país avanza hacia nuevos debates políticos, Formosa parece atrapada en una lógica de confrontación donde el espacio público tiene dueño. La pregunta que resuena tras este insólito operativo es hasta cuándo las instituciones provinciales seguirán subordinadas a los caprichos del poder ejecutivo, criminalizando la militancia y convirtiendo anécdotas coloridas en expedientes policiales.