Una caída del PBI del 12% implica que la economía argentina retrocederá a niveles similares a los del 2007 y 2008.
El Fondo Monetario Internacional estima que este año la economía argentina caerá cerca de un 12%. Es una de las peores estimaciones a nivel global. También supera a la región, cuya estimación es una caída del 8%. También es casi tres veces la caída de la actividad económica mundial, que se estima sea de un 4.5%. Es claro que el problema no es el COVID-19, sino una ineficiente gestión de política económica.
Una caída del PBI del 12% implica que la economía argentina retrocederá 13 años, ubicándose en niveles similares a los del 2007/08. El Gobierno parece no tomar conciencia de la magnitud de la crisis económica. Si la economía cae un 12%, esta sería una crisis mayor a las del 2001 y el 2008, que produjeron caídas del 11% y del 6% respectivamente. Sumado a un contexto de alta pobreza, inflación récord a nivel mundial, y estanflación hace más de una década, uno no puede dejar de preguntarse qué más hace falta para despertar a la dirigencia política de sus sueños de una Argentina que no existe. Hasta el momento, ni el COVID-19 ha logrado ese efecto.
A mi entender el Gobierno viene cometiendo varios errores de diagnóstico en lo que respecta a la economía del país. Uno de ellos es creer que la economía comenzará a crecer luego de que finalmente una vacuna esté disponible. Esta lectura comete dos errores.
El segundo error es creer que la recuperación se da de manera mágica. Lamentablemente, la recuperación también requiere financiamiento. Hay que pagar insumos, sueldos, alquileres y, por supuesto, una interminable lista de impuestos y tasas que desaparecen en el laberinto que son las arcas del estado.
En un país agobiado de impuestos, pobreza, alta inflación, expectativas de crisis cambiaria, y sin ahorros propios, ¿cómo se va a financiar la reactivación económica? Argentina necesita ingreso de fondos. Hay dos grandes canales, vía exportaciones o vía inversiones. Ambos canales tienen sus problemas.
Las exportaciones se enfrentan a dos grandes restricciones. La primera es la falta de competitividad debido a la alta presión impositiva y el peso regulatorio del Estado. La segunda es la falta de incentivos para liquidar exportaciones. Estas restricciones generan el incentivo a devaluar el tipo de cambio y a tomar medidas como la obligación de liquidar exportaciones (es decir, venderle los dólares al BCRA a cambio de pesos a un tipo de cambio oficial).
La llegada de inversiones es aún más difícil. Argentina no genera prácticamente ningún incentivo para hundir inversiones de largo plazo en el país. La reciente financiación de bonos del tesoro a tasas por encima de valores mundiales habla de la desconfianza que el gobierno genera en el resto del mundo.