El dólar y la inflación marchitaron los nuevos brotes verdes: qué pasará en los próximos meses

La inestabilidad cambiaria de marzo y la aceleración de la inflación interrumpieron el ciclo de recuperación que registraba la economía desde diciembre. La actividad retrocedió ese mes 1,3% en relación a febrero y cortó tres meses seguidos de avance. Hacia adelante, varios factores marcarán si la economía puede volver a despegar o ingresará en otro pozo: qué tan buena sea la mejora de la cosecha de soja, cuánto dura la tranquilidad financiera y una baja más pronunciada de la suba de precios.

Los datos oficiales que relevó el Indec mostraron que los últimos brotes verdes de la economía terminaron por marchitarse. El Poder Ejecutivo alimentó con esa tendencia de mejora económica la esperanza de que la actividad ya había tocado fondo a fines de 2018 y que desde ese momento lo que seguía era un proceso de recuperación.

Mientras el tipo de cambio se mantuvo en la zona baja, o por debajo de la línea inferior de la banda de flotación, los estimadores mensuales de la actividad reflejaron esa incipiente recuperación. Según Ecolatina, "el verano cambiario y financiero por el que transitó la economía durante el primer bimestre del año permitió que la actividad se pusiera lentamente en movimiento gracias a una menor incertidumbre que desaceleró la caída del consumo".

Pero la volatilidad de la moneda estadounidense, que tuvo lugar desde marzo, volvió a poner presión al Banco Central para que habilite una suba en las tasas de interés de las Leliq, lo que alejó aún más la posibilidad de acceder al crédito. "Siguió la volatilidad cambiaria, la inflación se aceleró (alcanzó 4,7% en el mes) y la tasa de interés de referencia trepó a casi 70% a fin de mes, colocando nuevamente a la economía en un sendero recesivo. Por caso, según datos de Kantar Worldpanel el consumo se desplomó 11% en el tercer mes del año (la mayor caída mensual desde 2002)", continuó Ecolatina.

La inestabilidad de un precio de referencia clave como el dólar y el pico de inflación de 2019, entonces, secaron los brotes. El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de marzo mostró un declive intermensual de 1,3% e interanual de 6,8%, una de las caídas más pronunciadas desde que se inició la crisis hace poco más de un año.

Algunos economistas esperan que, más allá de este impacto, los meses que sigan muestren signos positivos para la actividad económica. Sucede que durante el segundo trimestre (abril, mayo y junio) tendrá lugar la mayor parte de la cosecha gruesa de la soja, lo que empujará a ese sector -y a otros vinculados de rubros industriales y comerciales- y permitirá que la economía tenga mejores números que en la primera parte del año.

Pero las perspectivas para el resto de la economía son menos auspiciosas. La industria manufacturera y el comercio mayorista y minorista acumulan, respectivamente, 11 y 10 meses de retrocesos y su despegue depende del equilibrio macroeconómico y financiero que logre conseguir el Gobierno en estos meses de incertidumbre electoral.

Para Martín Vauthier, director de la consultora EcoGo, el contexto no mejoró en abril respecto de marzo. "El riesgo país continuó siendo alto y con una elevada volatilidad. Hubo una inflación que mostró una desaceleración respecto al pico de marzo pero sigue siendo alta. Por eso lo más probable es que, excluyendo al campo, la economía siga cayendo. El agro va a empezar a impactar positivamente con lo cual puede moderar el dato mensual agregado del EMAE, pero no será una mejora que se note en la calle, en términos de crédito o de salario real, es algo más estadístico".

Los datos de marzo ya reflejaron que prácticamente el único sostén de la actividad económica es el campo. Ese rubro tuvo un avance de 10,8% medido de forma interanual, casi el doble a lo que había registrado en febrero. Considerando que el año pasado el sector se vio afectado por una fuerte sequía, el efecto rebote será más claro en los próximos meses.

Ecolatina ejemplifica con números claros. "La producción de maíz alcanzaría las 56 millones de toneladas, lo que se traduce en un incremento de casi 29% respecto la campaña anterior, y la soja, con 55,9 millones de toneladas, aumentaría su producción un 48%. Si a ello se suma una buena campaña en el trigo (+5%) y el girasol (+8%), la producción de los principales cuatro cultivos (concentran casi el 93% de la producción agrícola del país) crecería alrededor del 31%", concluyó.

Por esa razón, en opinión de María Castiglioni Cotter, economista de C&T Consultores, "durante abril y mayo es probable que las mediciones intermensuales sean positivas y que las interanuales sean negativas pero en menor medida y que incluso puedan tender a cero, considerando que los meses de comparación desde ahora van a ser bajos".

Una de las incógnitas tiene que ver con qué condiciones tendrá que cumplir la economía para volver a retomar un camino de recuperación. En ese sentido, Lorena Giorgio, economista de Econviews, dijo que "para que la economía pueda hilvanar una serie de registros positivos es indispensable que se mantenga la estabilidad cambiaria y que la inflación se modere al menos a niveles promedio de 2,5% mensual para lo que resta del año" y que de esa manera puedan "repuntar los salarios reales y de su mano, el consumo y el mercado interno".

"Esperamos que los salarios reales comiencen a mostrar una evolución mensual positiva hacia la segunda mitad del año y que se ubiquen por encima de los niveles de un año atrás recién durante los últimos meses de 2019", apuntó Giorgio.

La potencial inestabilidad financiera no será un tema menor. De acuerdo a Vauthier, "la dinámica hacia adelante va a depender de la incertidumbre política y de cómo el mercado perciba el armado de las distintas fuerzas políticas antes del 22 de junio", la fecha en que cerrarán las listas para las PASO.

"Hay que ver cómo el mercado termina respondiendo al espacio de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. La primera reacción fue de un moderado optimismo porque se alejaba un riesgo de 'abismo', pero el sesgo que tome la campaña va a terminar marcando al riesgo país". Eso se traducirá, explica Vauthier, "en que si existiera una menor inestabilidad, el Banco Central podría aflojar la política monetaria y favorecer la actividad o, por el contrario, que la situación lo fuerce a sostener la dureza y que eso genere un impacto fuerte sobre el nivel de actividad".

Fuente: tn.com.ar

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