Trastienda del intento de cumbre de Alberto F con el Papa. La imagen argentina, muy afectada.
Una fuente inobjetable del Vaticano contó en detalle lo que sucedió. Hubo funcionarios del gobierno argentino –cinco– que llamaron a la Santa Sede para gestionar la entrevista con el Sumo Pontífice. Para el Gobierno, una foto del Presidente con Francisco era una carta electoral importante. Lo rudimentario de este pensamiento no deja de asombrar. En 2013, Cristina Fernández de Kirchner buscó denodadamente la foto de Francisco durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.
Alberto Fernández llegó a Roma con el objetivo de obtener apoyos concretos para la compleja negociación que el gobierno argentino está llevando adelante con el Fondo Monetario Internacional para acordar mejores condiciones de pago para la pesada deuda contraída durante la gestión de Mauricio Macri. Curiosamente, el marco de la pandemia ha hecho que el tema de las ayudas a los países más pobres esté sobre la mesa de las discusiones de los líderes del mundo, categoría a la que no pertenece el actual jefe de Estado ni ningún otro de la Argentina. Nuestro país carece de centralidad desde hace décadas y nada parece augurar que esto vaya a cambiar en el presente ni en el futuro inmediato.
En este ámbito de mayor comprensión hacia los países con problemas graves de deuda, el Presidente choca con tres problemas puntuales: el primero es el endurecimiento del discurso de campaña contra el FMI y la actividad empresarial; el segundo, la falta de un plan económico concreto; y el tercero, las dudas que hay en cuanto a quién tiene el poder real.
Dos fuentes del entorno de Olaf Scholz, el actual ministro de Finanzas y casi seguro futuro canciller de Alemania, señalaban la sorpresa que produjo en Merkel y Scholz el conocimiento de algunas de las últimas expresiones del ministro de Economía, Martín Guzmán. Su virulencia sorprendió. Lo mismo se aplica al Presidente.
Lo mismo se aplica para la debilitada Kristalina Georgieva. La directora gerente del FMI tiene hoy poco margen de poder para maniobrar acuerdos por fuera de las estrictas normas que le impone el board del organismo internacional.
La imagen internacional del gobierno argentino es mala. Esto no es ninguna novedad, más allá de los aspectos formales de lo que suceda con las reuniones que mantenga AF en este fin de semana como el lunes y el martes en Glasgow durante la cumbre del Cambio Climático.
A la hora en que escribimos esta columna desde Roma, el gobierno argentino sigue bregando por una reunión bilateral con el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Esa foto con “el compañero Biden”, como lo llaman algunos funcionarios de los que forman parte de la comitiva presidencial, sería un logro para AF. Fernández y Biden se habrán de conocer durante esta reunión y habrá entre ellos algún intercambio de palabras circunstanciales.
De acá. Volviendo al ámbito local, en la UCR sienten que tienen la fuerza para poner un presidente en la Casa Rosada. En realidad, el impulso de luchar dentro de Juntos por el Cambio y de “dejar de ser el furgón de cola de la coalición”.
El acto en Ferro dejó su mensaje. Se trata de una intención manifiesta de señalar que van a disputar el poder de cara a 2023 pero siempre dentro de la coalición como marco político necesario. El que avisa no traiciona.
Sin embargo, hay quienes prefieren dejar los manifiestos de lado y volver al pragmatismo del trabajo en el terreno.
Por eso, el día del acto en Ferro Martin Lousteau, uno de los hombres fuertes de la UCR, estuvo en Catamarca para apoyar a los candidatos a senadores y a diputados siguiendo con su estrategia de recorrer el país, en especial las provincias que eligen senadores. Lousteau cree que ahí se juega la clave del futuro: primero poder sacarle el quórum a Cristina Kirchner en la Cámara alta y recién después de las elecciones encarar todas las discusiones puertas adentro que deben darse para definir roles y protagonismos. “El posicionamiento interno debe estar en un segundo plano frente al debate sobre la construcción de un verdadero plan de salida para el país en 2023”, aseguran en su entorno.
Dentro del ala amarilla de JxC aceptan la discusión de sus socios, aunque la consideran “prematura y teñida de cierto tufillo de revancha”. El principal apuntado fue Gerardo Morales por su ímpetu y sus formas. De todos los que se expresaron en contra de la decisión del ex presidente Mauricio Macri de no presentarse a declarar y luego de mostrarse rodeado de partidarios el jueves en el juzgado de Dolores, fue el más duro al compararlo con el kirchnerismo. No cayó nada bien.
El escenario actual de cara a las elecciones del 14 de noviembre es fluctuante. “La foto al día de hoy muestra un resultado ajustado en la Provincia. Pero atención: las boletas recién están saliendo a la calle y en sectores del Conurbano como La Matanza hay gente que aún no termina de asociar a Santilli y Manes dentro del mismo equipo. La semana que viene esto se debería revertir y ocasionar un despegue con un escenario más preciso”, admitió una fuente inobjetable de Juntos que conoce la PBA.
Respecto a la interna y la lucha de poder que se produce entre la Unión Cívica Radical y los referentes del macrismo, la misma fuente aseguró: “Me consta que todos hicieron el esfuerzo que debían para que haya paz. La unidad es el camino. Después lógicamente hay diferentes temperamentos y apetencias personales. Pero no debería haber sobresaltos”.
La realidad convierte el potencial en un imperativo que debe cuidarse a toda costa: no puede haber sobresaltos si se quiere construir una alternativa real, capaz de enfrentar al kirchnerismo y cambiar el rumbo de nuestra alicaída república.