El crack croata, luego de la victoria de Argentina, fue muy sincero al hablar de Leo: "Es el mejor de la historia y se lo merece".
Subcampeón mundial en Rusia 2018, el pequeño talento de 37 años se despide de este tipo de competencias con su seleccionado con caricias por todos lados. Y también, con palos. "Para mí no hubo penal en el 1-0 de Argentina, pero este árbitro (el italiano Orsato) es muy flojo. No lo digo por hoy, sino por otras veces que me dirigió en partidos de clubes también".
Buena onda con Leo en la previa
Rivales históricos en los picantes clásicos entre el Barcelona y el Real Madrid, siempre hubo buena onda (basada en el respeto mutuo que se tienen) entre Modric y Messi. En la previa a la semifinal del Mundial, el croata ya había destacado al rosarino. "Tengo ganas de jugar otra semifinal contra un equipo grande, eso es de lo que tengo ganas, no solo contra un jugador. Claro que Leo es muy grande, es el mejor jugador de ellos, y vamos a tener muchas dificultades para pararlo, pero estamos preparados y vamos a darlo todo. Espero que sea suficiente para estar en la final", había declarado en conferencia de prensa.
Y este martes, en el estadio, siguieron en la misma sintonía: como son capitanes, ambos se encontraron en el sorteo antes de pitazo inicial. Cruzaron algunas palabras y se dieron un abrazo antes de empezar a definir al primer finalista de Qatar 2022.
La ovación de todo el estadio
A falta de diez minutos para el pitazo final del italiano Daniele Orsato, los hinchas que coparon el Estadio Lusail se pusieron de pie para rendirle tributo a Modric. Con la semifinal ya definida, el entrenador Zlatko Dalic decidió sacar al fenómeno del Real Madrid y el volante recibió el cariño de todos los fanáticos, tanto los croatas (que lo idolatran como una de sus máximas figuras históricas) como por los argentinos, quienes aplaudieron a uno de los mejores futbolistas de los últimos 20 años. Por su parte, el mediocampista -que segundos antes había recibido un duro pelotazo en el rostro- agradeció levantando sus manos y, muy emocionado, se dirigió hacia el banco de suplentes.
