Los custodios no anticiparon el ataque ni reaccionaron luego de acuerdo a los protocolos. En el Ministerio de Seguridad dicen que no pueden evaluar todavía su desempeño y que se tomarán decisiones a partir de la investigación judicial.
Donald Trump está parado en un escenario de Nevada. Es 2016 y le habla a sus aficionados en medio de la campaña presidencial cuando el público se empieza a alborotar. Trump no alcanza a darse cuenta de lo que ocurre: en medio del discurso dos de sus custodios se le acercan, lo rodean y lo sacan trotando por una puerta lateral. La secuencia dura 10 segundos. Algunos minutos después, desactivada la falsa alarma, vuelve al escenario y retoma el hilo.
Estados Unidos, con un magnicidio en su haber y un largo historial de atentados, tiene un expertise mucho más desarrollado que la Argentina en custodia personal. El ataque contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, a quien el jueves por la noche le gatillaron un arma de fuego a centímetros de la cara, puso en evidencia fallas de su seguridad.
Los expertos coinciden en que hubo al menos tres faltas graves en los protocolos. En primer lugar, no se dispusieron los anillos de protección necesarios para establecer distancia entre la vicepresidenta y las personas que se le acercaron. Estos anillos perimetrales, que pueden ser uno o más, buscan dar margen de acción para filtrar posibles agresiones.
Es cierto que en la Argentina los líderes políticos están acostumbrados al contacto estrecho con sus adeptos. Sin ir más lejos, el sábado pasado la Vicepresidenta habló en medio de la multitud en plena calle, en un escenario improvisado con una camioneta. Esta laxitud habitual de los dispositivos de seguridad se revela como un error cuando efectivamente estalla un riesgo no previsto.
Más atrás en el tiempo, su esposo, Néstor Kirchner terminó con un corte en la frente cuando tropezó contra la lente de un fotógrafo el día de su asunción como Presidente. Había saltado una valla llegando a casa de Gobierno para saludar a la multitud. En el tumulto cayó al piso junto con el reportero gráfico.
Durante la campaña presidencial de Fernando de la Rúa, su custodia utilizaba a los periodistas que cubrían la gira para rodear al candidato en sus incursiones callejeras. De esa manera se garantizaban cierta protección del entonces jefe de Gobierno porteño sin dar la imagen de que se mantenía alejado de la gente.
En el caso de lo que ocurrió ayer en Recoleta, como segundo punto, falló el rol del personal civil y uniformado que integraba el cordón exterior de la Policía Federal. Así como los custodios de la primera fila, no logran detectar la amenaza y en los videos no se ven especialmente atentos a los movimientos del grupo de simpatizantes. Observan sobre todo a la vicepresidenta y no a su entorno.
Una vez que Fernando Sabag Montiel dispara el arma, son los propios simpatizantes de la vicepresidenta los que reaccionan y lo reducen. Los custodios no proceden, como en el caso de Trump, a cubrir a la vicepresidenta con sus cuerpos y armar un pasillo de evacuación. Fernández de Kirchner continúa caminando libremente e incluso se detiene a saludar a otras personas. No se asume, como dicta el protocolo, que podría repetirse el ataque.
Consultados por este medio, en el Ministerio de Seguridad señalaron que no están en condiciones de decir si se actuó bien o mal porque el episodio está bajo investigación judicial. Hoy se les tomó declaración a tres custodios, en calidad de testigos, y en el proceso se seguirá interrogando a otros miembros de la Policía Federal.
“Nosotros no tenemos una evaluación hecha respecto de su desempeño y no descartamos nada. No puedo decir si los vamos a echar o no, porque eso se va a decidir en función de lo que arroje la investigación sobre su actuación”, apuntaron.
Fernández de Kirchner tiene 100 personas de custodia asignadas para ella y su núcleo familiar, a cargo de la División de Custodia Vicepresidencia que depende de la Policía Federal. Ese área está bajo la órbita del Ministerio de Seguridad, que encabeza Anibal Fernández, motivo por el que algunas fuentes los señalan por lo sucedido.
A partir del episodio el Gobierno resolvió reforzar la seguridad en las inmediaciones del edificio de Juncal y Uruguay y hay una sugerencia del jefe de custodia de la vicepresidenta, el comisario inspector retirado de la Policía Federal, Diego Carbone, de que Fernández ceda a su estilo y mantenga mayor distancia con los simpatizantes a partir de ahora.
Según pudo saber elDiarioAR, en 2004 Néstor Kirchner encomendó a funcionarios de su extrema confianza un proyecto de ley para establecer “las bases jurídicas, orgánicas y funcionales del Servicio de Seguridad Presidencial”. El borrador, al que este medio accedió, tuvo la supervisión de Cristina Fernández, que era por entonces senadora pero se involucró en el detalle porque afectaba directamente a su familia.
El proyecto, que tiene más de 20 páginas, establece pautas claras sobre el funcionamiento y las obligaciones de la custodia y quedó en suspenso luego, cuando la agenda tuvo que enfocarse en la creación de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). “Dieciocho años atrás ya estaban pensando en este tema”, apunta una fuente que participó de esas discusiones.