Un importante elemento está cercano a los 2 siglos de vida. Fue una revolución a la hora de encender el fuego.
Es cierto que en la actualidad el fuego es uno de los elementos más controlados a la hora de ser manipulado. Desde cocinas que prenden con un botón y encienden una llama que permita cocinar, hasta los nuevos artefactos eléctricos que ni siquiera necesitan del uso del gas. Pero hubo un tiempo en que fueron necesarios, y por eso son un invento millonario. Estamos hablando de los fósforos.
Conocidos como fósforos o cerillas, tienen una historia de 180 años de edad y fueron una revolución total para la cocina. La practicidad con la que se encienden permitió controlar el fuego en una época donde no había demasiadas posibilidades para iniciarlo de una forma simple.
Cómo se inventaron los fósforos
Los inicios de este invento no fueron fáciles, corría el año 1826 y el inventor John Walker estaba trabajando en una fórmula que le permitiera encender fácilmente el fuego y de forma rápida. En un pequeño accidente, un pequeño bastón con el que había removido su preparación se cayó al suelo de tal manera que generó una fricción que logró encenderlo.
Eso generó un cambio radical. Si bien se conocía cómo crear algunos acelerantes, nunca se había logrado combinarlos con madera y encenderlos. De esta manera comenzó a comercializar sus cerillas, a 1 chelín la caja de 50, que consistían en astillas o trozos de cartón bañados en sulfito de antimonio, clorato de potasio y goma, acompañados de un papel de lija para encenderlos.
¿Cómo revolucionó el invento la cocina y la vida cotidiana hace 180 años?
Esos primeros fósforos fueron sólo un prototipo que se fue perfeccionando con el tiempo. El desafío después de su creación era inventar esos elementos y que fueran seguros, porque estos desprendían gases en la combustión muy dañinos para los seres humanos.
Fue en Suecia, uno de los países con menos horas de luz y más frío, gracias al químico Gustaf Erik Pasch, que cambió el fósforo blanco o amarillo por el fósforo rojo que hoy vemos en las cabezas de las cerillas. Y funciona realizando fricción con los costados de la caja.
Pero no fue Pasch quien se hizo mundialmente famoso por sus cerillas de seguridad, sino los hermanos Carl y Johan Lundström. Fundaron su fábrica en la ciudad sueca de Jönköping, los patentaron y vendieron en cajas coloridas muy vistosas, lo que terminó siendo un éxito rotundo para convertirlos en millonarios.