La ley de etiquetado frontal fue implementada en Chile el 27 de junio de 2016, la también llamada Ley Súper 8 —en referencia a un chocolate chileno, ícono de las golosinas de ese país, pero alto en calorías, grasas y azúcares totales— ha provocado que el consumo de bebidas gaseosas con azúcar haya disminuido más de 20 por ciento en ese país.
...algo que la industria mexicana teme que suceda en nuestro país, ya que el modelo chileno fue tomado como referencia en la modificación de la NOM-051 sobre el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados.
La regulación en ambos países tiene el mismo objetivo: etiquetados claros que contribuyan al abatimiento del sobrepeso y la obesidad.
Los componentes obligatorios del etiquetado chileno son dos.
Debe mostrar la declaración de nutrientes, que es la información sobre el aporte de energía, proteínas, hidratos de carbono, grasa, sodio y azúcares totales que contiene el producto alimenticio.
Pero también debe incluir, cuando corresponda, los sellos “Alto en”; que son sellos en blanco y negro que deben rotular los alimentos que superen los límites establecidos para calorías, azúcares totales, sodio y grasas saturadas.
De manera opcional se pueden incluir propiedades nutricionales y saludables.
Según el estudio “Efectos del etiquetado de alimentos en el comportamiento de los consumidores”, realizado para la Universidad de Chile, tras la implementación de la ley disminuyó entre 15 y 31 por ciento el gasto en chocolates, golosinas, snacks y bebidas altas en azúcares y grasas; mientras que en jugos la disminución fue de entre 17 y 60 por ciento.
Sin embargo, conforme ha pasado el tiempo, la industria ha mostrado cierto repunte en esos rubros. “Chile venía con una contracción en el consumo de alrededor de 2.4 por ciento; en ese contexto y aplicándose la ley de etiquetado cerramos el año con una contracción de 3.2 por ciento.
Al inicio hubo productos que se vieron afectados como alimentos, bebidas y lácteos. Estas restricciones afectaron los primeros meses, hoy a pesar de que ya la ley es más estricta respecto a cómo empezó, las categorías se han venido recuperando en su mayoría”, dijo en entrevista Victoria Montecino, account manager de la investigadora de mercados Kantar Worldpanel en Chile.
Como un ejemplo, en 2016 las ventas de galletas dulces mostraron una contracción de 5.0 por ciento, sin embargo, al cierre de 2019 muestran un crecimiento de 8.0 por ciento.
Al cierre del primer año de la implementación de la nueva regulación en Chile, el consumo de cereales para el desayuno tuvo una variación negativa de 3.0 por ciento y para el cierre del año pasado aumentó 1.2 por ciento.
Los productores tuvieron que ajustar, por lo tanto, la recuperación de las ventas obedeció a la reformulación de los productos. “Los primeros seis meses fueron muy importantes por el tema de los etiquetados y la reformulación, pues hubo productos que por un tema de sabor vieron frenadas sus compras”, afirmó la especialista de Kantar Worldpanel.
Así mismo, en Chile, la publicidad de los alimentos a los que se les haya adicionado azúcares, grasas saturadas o sodio y superen los límites establecidos por el Ministerio de Salud no puede utilizar personajes y figuras infantiles, animaciones, dibujos animados, juguetes, música infantil, ni tener presencia de personas o animales que atraigan menores de 14 años o voces infantiles, entre otros.
Esta es la razón de que productos como el Huevo sorpresa de Kinder no se venda en ese país o que el clásico Gansito de Marinela no tenga impreso el clásico personaje.
En su reporte financiero de 2018, la compañía local Carozzi, uno de los principales del sector de confitería que solo con sus marcas con Costa y Ambrosoli tiene cerca de 37 por ciento del mercado, seguido apenas por Nestlé con 28 por ciento, reconoció el mérito de la Ley Súper 8 en la generación de conciencia transversal sobre la importancia de controlar el consumo de nutrientes como el sodio, azúcar y las grasas saturadas; sin embargo, su presidente, Gonzalo Bofill Velarde, consideró que la ley es incompleta “porque sólo regula los alimentos envasados, que equivalen apenas al 30 por ciento de la ingesta de los chilenos, dejando inexplicablemente fuera incluso a la comida rápida”.