Por ello, tras la elección y la confianza depositada, el equipo económico de la funcionaria debía sentarse a ver números sobre la mesa, y encarar nuevos desafíos. Pero había una preocupación grande: al parecer, se encontraron con un déficit superior al que había sido informado.
La renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía, produjo un cambio radical. No solo porque Alberto Fernández tuvo que tomar la decisión de designar a otro funcionario, sino porque había compromisos que en materia económica, el país debía llevar adelante en el corto plazo.
Por ello, tras la elección y la confianza depositada en Silvina Batakis, el equipo económico debía sentarse a ver números sobre la mesa, y encarar nuevos desafíos. Pero había una preocupación grande: al parecer, se encontraron con un déficit superior al que había sido informado.
Desde el espacio de Batakis, afirman que "No hay plata", una frase que suena y retumba por todo el Gobierno y que deja en evidencia que el país pasa un pésimo momento económico.
Un dato no menor: desde el ministerio remarcan que la distancia entre la creatividad presupuestaria y la realidad de la caja (encontrada con otros números) provocó la salida del secretario de Hacienda, Raúl Rigo.
Por otra parte, aquellos que son cercanos a la ministra Batakis, advierten que se detectaron “costos que no estaban previstos” en las pautas presupuestarias y que el déficit de 2,5% anual acordado con el FMI ya superaba el 4% cuando tomaron las riendas del Ministerio de Economía.
“Como consecuencia de esta dinámica, al primer semestre del ejercicio las cuentas de la Administración Nacional reflejaron un déficit primario de $1.395.180 millones y uno financiero de $1.922.347 millones, desmejorando ambos resultados en 92% y 51,8%, respectivamente”, informan desde la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC). Estos números mostrarían un déficit primaria del 1,9% y un déficit financiero del 2,6%, en lo que fueron los primeros 6 meses del año.
Al "no hay plata", la otra frase que retumbó de la ministra fue “La falta de dólares es desesperante” en ese mismo encuentro con sus compañeros del Gabinete, días atrás, para intentar alinear el discurso, según confirmaron a Clarín fuentes presentes en la charla. “La situación es muy delicada”, completó, cuando ya ni siquiera hacía falta la aclaración.
Hoy, aun cuando en cualquier encuesta de opinión pública la principal preocupación de los argentinos es la inflación, la ministra enciende mayores alarmas por la escasez de divisas que por la suba de precios. Entiende, y coinciden los analistas, que una cosa va atada a la otra. Sin billetes no hay manera de controlar la cotización del dólar y esto repercute en los precios.
La obsesión de Batakis es garantizar que “no habrá devaluación”. Al menos no alentada desde el Gobierno y sobre las cotizaciones en las que pueden incidir directamente desde los despachos oficiales. El nivel del blue y el contado con liqui, tocando récords la última semana, demuestran que se mueven con vida propia.
A fines de junio, poco antes de presentar su renuncia como ministro de Economía, Martín Guzmán ratificó el compromiso con el FMI, que requiere acumular reservas en el Banco Central por U$S5.800 millones. Es una cifra menor a la pactada originalmente, en el marco de cierta flexibilización de las metas, pero sigue luciendo muy difícil de cumplir. Y Batakis prometió que lo hará.
También antes de irse, Guzmán avaló un torniquete a las importaciones alarmado por la falta de dólares y la “fuga” para garantizar la energía en invierno. Es una batalla dialéctica que incluso hoy, fuera del Gobierno, mantiene con la vicepresidenta: ante la denuncia pública de Cristina Kirchner de que se alentaba un “festival de importaciones”, el ex ministro recordaba que la principal canilla era del área energética, manejada por el kirchnerismo y reticente a una suba de tarifas que modere el consumo y la salida de dólares.