Bolsonaro se enojó por la decisión de varios gobernadores de cerrar comercios y declarar toque de queda por el récord de muertes. El mandatario sostiene que él es el único que puede disponer esa excepción en democracia.
De récord en récord, Brasil completó dos semanas como el país de mayor número de muertes diarias. Superó a Estados Unidos, y también a los socios de la Unión Europea. Sin embargo, diarios por millón de habitantes, Francia con 401 personas contagiadas por día y por millón de habitantes, supera a Brasil con 338 contaminados. Esa triste competencia por la supremacía indica, tanto en una como otra nación, la rápida difusión del coronavirus.
La escalada de fallecimientos en el gigante sudamericano reconoce dos causas. Una reside en la aparición de nuevas cepas del virus más contaminadoras y letales. Pero el segundo factor radica en la conducción nacional de la pandemia. Al gobierno de Jair Bolsonaro se lo cuestiona porque no haber coordinado, desde el inicio del Covid-19, las acciones para frenar la epidemia. Hoy se vive en los 27 estados brasileños una situación trágica con falta de insumos esenciales y de oxígeno en el sistema hospitalario tanto público como privado.
Y la vacunación marcha a ritmo demasiado lento para esta segunda ola con el virus en mutación. Si bien en cantidad de dosis aplicadas es el quinto país, desciende al lugar 58 del ranking cuando se establece la proporción por cada 100 habitantes: la inmunización abarca solo a 34% de la población.
Es esta evolución desenfrenada la que obligó a la gran mayoría de los gobiernos estaduales (con 27 en total) a aplicar severas medidas para restringir la circulación. Río de Janeiro, por ejemplo, prohíbe desde ayer el uso de sus hermosas playas. Los cariocas, y los turistas, deberán abstenerse inclusive de estacionar sus autos en las proximidades del mar. Sobran las razones para restringir al máximo la presencia de gente en las calles. El colapso hospitalario atraviesa Brasil de Norte a Sur y de Este a Oeste; pero se sufre con mucha crudeza en los estados nordestinos. En Teresina, capital de Piauí, un paciente tuvo que ser atendido por la guardia en el piso del hospital, por falta de camas. Presentaba un cuadro de dificultad respiratoria aguda. Los enfermeros trataron de reanimarlo. “Hicimos seis ciclos de reanimación cardiopulmonar. Desgraciadamente no pudimos evitar su muerte” relato una de las profesionales.
Es esa situación sanitaria colapsada la que obligó a los gobiernos estaduales a decidir el cierre total de comercios, shoppings, restaurantes y bares. Y para evitar las fiestas “clandestinas”, que proliferaron estos días entre los jóvenes de las grandes ciudades, los gobiernos, como por ejemplo en San Pablo y en Bahía, impusieron toque de queda nocturno que va de las 20 horas y las 6 de la madrugada.
A Bolsonaro lo enojó esa decisión. El sostiene que, desde el punto de vista constitucional, es el único autorizado a tomar semejante excepción en democracia. Amparado en esa norma emprendió la batalla judicial contra los gobernadores de Bahía, del Distrito Federal y de Río Grande del Sur. Presentó, como jefe de Estado, una demanda ante la Corte Suprema que obligue a los gobernadores a retrotraerse. Y reclama, en la misma, que la justicia fije como condición para el cierre de actividades no esenciales la aprobación previa de una ley del Congreso.
Según el presidente, su iniciativa ante el Supremo Tribunal Federal (STF) respondió a la necesidad de evitar “abusos” como el “estado de sitio”. Dijo, en su videoconferencia de los jueves por la tarde, que “se trata de una acción directa contra la inconstitucionalidad de las medidas”, que en realidad afecta a tres gobernadores, pese a que muchos otros colegas adoptaron las mismas pautas. Para Rui Costa, de Bahía, “el presidente reafirma con su postura, con su conducta, que él es el principal aliado del coronavirus en Brasil. Y es el principal gestor de la ola de muertes que acontece en todo el país”.
Para Eduardo Leite, un político socialdemócrata que gobierna Rio Grande del Sur, Bolsonaro “desprecia la gravedad de la pandemia cuando el podría haber puesto toda esa energía para ayudar, por ejemplo, consiguiendo las vacunas necesarias para toda la población”. Lete se interrogó: “¿Qué es eso señor presidente? La población no necesita de la confrontación y conflicto que usted acaba de establecer”.
Por la mañana de este viernes, en su encuentro habitual con partidarios que lo aguardan en las puertas del Palacio da Alvorada (la residencia oficial), Bolsonaro declaró: “Los gobernadores e intendentes usurpan la Constitución por la vía de decretos. Y así retiran el derecho de ir y venir de las personas. Eso vale sólo para el estado de sitio, el estado de defensa. Para eso debemos ser oídos tanto yo como el Congreso”. Añadió que “el toque de queda es solo para países dictatoriales”. Los gobernadores, insistió el mandatario, “aplican una legislación como el estado de sitio que no basta que yo la decrete. El Congreso la debe autorizar”.