Polarizar con el ex presidente, que mantiene altos niveles de rechazo tras su muy mala gestión económica, es una estrategia afilada en el oficialismo.
Puede resultar paradójico que en uno de sus peores momentos, el Gobierno celebre puertas adentro la reaparición política de Mauricio Macri, quien intenta relanzarse a lo CFK, libro mediante. Con razón o sin ella, el entusiasmo oficial tiene su lógica.
Como se vio una vez más en el discurso de Alberto Fernández del 1° de marzo, los dardos venenosos contra la oposición y la anterior administración se han acentuado, pese a que ya transcurrieron quince meses desde que dejaron el poder.
Así, el Frente de Todos busca instalar a Macri como líder opositor con un doble objetivo. Por un lado, que en el año electoral se instale que quien no es oficialista es macrista. Por otro, disimular los ruidos internos y los problemas de la actual gestión.
Ahí está, por ejemplo, la llamativa demora en que Marcela Losardo sea reemplazada en el Ministerio de Justicia. Hace diez días que la funcionaria se lo planteó al Presidente y hace una semana que él mismo lo blanqueó en un reportaje por C5N.
Sin embargo, la calesita de los nombres sigue dando vueltas sin que Alberto F se decida a otorgar la sortija. Sabe que en sustitución de su amiga y socia de toda la vida debe ir alguien que se disponga a ejecutar una línea más dura en su relación con el Poder Judicial. Pero que no necesariamente sea una representación del cristinismo: para eso ya está el autónomo secretario de Justicia, Juan Martín Mena.
En las últimas horas surgieron como candidatos varios incondicionales del mal llamado albertismo, que ya ocupan funciones. Son los casos de Julio Vitobello (secretario general de la Presidencia), Juan Manuel Olmos (jefe del Gabinete de Asesores) o Alberto Iribarne (embajador en Uruguay). El Presidente y ellos mismos se debaten en aceptar una inmolación similar a la de Losardo, aunque en su caso el premio sea irse como representante ante la Unesco en París.
En medio de esta confusión, ciertas voces gubernamentales no descartaron que al final Justicia sea absorbida por otro ministerio (¿Seguridad?) y quede como una Secretaría, con Mena a la cabeza: un hombre de Cristina al frente, sí, pero ya no con rango de ministro. Acaso no esté este horno para esos bollos.
Otro horno encendido está en Economía. Desde PERFIL venimos contando desde hace semanas los embates que sufre Martín Guzmán en sus negociaciones con el FMI, en la reducción del déficit, en la baja de los subsidios y en su relación con el mundo empresario.
Los cuestionamientos hasta públicos ya no provienen sólo del kirchnerismo (con el auspicio reservado de Axel Kicillof), sino que empiezan a expandirse a otros sectores del FdT. Los altos índices de inflación azuzan las críticas hacia Guzmán. A ver si se agobia como Losardo.
En medio de la pesadumbre, sin mencionar la pandemia, la vuelta de Macri a los primeros planos es recibida con beneplácito por el elenco oficial. El adversario perfecto para abroquelarse. “Contra Macri estamos mejor”, como se sinceró un alto funcionario.
Les convendría no confiarse. Macri hizo lo mismo con Cristina. Y ya es sabido cómo resultó.