Dedicó su vida a las personas enfermas y vulnerables, fundó hospitales y renovó el trabajo misionero de los sacerdotes.
Cada 7 de agosto miles de fieles argentinos celebran el día de San Cayetano, patrono del pan y del trabajo, y se reúnen en la iglesia ubicada en el barrio de Liniers. Se podrá presenciar la misa principal o seguir la celebración por modalidad virtual.
Los fieles podrán acercarse al santuario de San Cayetano y la imagen del santo se exhibirá en las escalinatas de la iglesia para que las personas mantengan el distanciamiento social a medida que avance la fila de seguidores que lo veneran. Fue educado en un hogar cristiano, cursó estudios en la universidad de Padua y se doctoró en derecho y teología.
Cayetano de Thiene o San Cayetano, nació en 1480 en Vicenza, Italia. Algunos autores afirman que vio la luz en Gaeta. El nombre proviene del término latino caietanus que significa oriundo de Caieta, como se llamaba esa ciudad en la época de los romanos. Educado en un hogar cristiano, cursó estudios en la universidad de Padua y se doctoró en derecho y teología.
A finales de 1507 marchó a Roma. En la corte del papa Julio II desempeñó el oficio de escritor de “Letras Apostólicas”, lo que llevaba a la dignidad de protonotario apostólico. Ayudó a reconciliar a la Santa Sede con la Serenísima República de Venecia.
En 1513 fundó una sociedad de sacerdotes y prelados, llamada el “Oratorio del Amor Divino”. Fue ordenado sacerdote dos años después, a la edad de 35 años. En 1522 retornó a su ciudad, Vicenza. Más tarde, en 1524, fundó la orden de los Teatinos o Clérigos Regulares, con la finalidad de luchar contra la Reforma Protestante y servir a los más pobres.
Cayetano con su comunidad se consagra a la asistencia de los pobres y de los enfermos, sobre todo en la peste que asoló la ciudad entre el 1527 y 1528, trabaja en la reforma religiosa y se opone a las infiltraciones heréticas. Tenían como regla no poseer ni pedir nada. Debían vivir únicamente de las limosnas que los fieles les ofrecieran espontáneamente y con el fin de promover el apostolado y la renovación espiritual del clero imitarán la vida de los apóstoles con su austeridad y desprendimiento de los bienes.
Se trasladarán a la ciudad de Nápoles, gobernada por un Virrey, don Pedro de Toledo, en representación de Carlos V y pertenecía al Reino de las dos Sicilias. Los españoles, a fin de mantener la estabilidad política y económica, habían otorgado a la nobleza napolitana grandes beneficios.
El Conde de Oppido recibió a Cayetano y a sus sacerdotes teatinos con grandes lujos, pero ellos se negaron a aceptarlos terminantemente, solo aceptaron una casa casi en ruinas.
Cayetano fue beatificado el 8 de octubre de 1629 por el papa Urbano VIII y canonizado el 12 de abril de 1671 por el papa Clemente X. La fiesta de San Cayetano es celebrada por la Iglesia católica el 7 de agosto. Es patrón de los gestores administrativos, así como de las personas que buscan trabajo y los desempleados.
La devoción a san Cayetano proviene de la Beata Madre María Antonia de San José, (La mama Antula) la fundadora de la santa casa de ejercicios espirituales de Buenos Aires. Pero, ¿cómo llega esta devoción hasta el virreinato del Perú y luego al Rio de la Plata? Recordemos que Cayetano no muere “italiano” sino súbdito de la corona de España, y cuando fue canonizado lo rodearon de santos españoles: Rosa de Lima, Luis Beltrán y Francisco de Borja.
Su devoción llega a América junto con la de Rosa de Lima. Al punto tal que en Lima el P. Gregorio Casañas, que pertenecía al orden de los Oratorianos, fundados por san Felipe Neri querrá fundar un monasterio de monjas teatinas: “el monasterio comenzó a organizarse desde 1688 gastando 70.000 pesos y entraron en clausura dieciséis doncellas con hábito con la reglas de San Cayetano, pero ni el Virrey, Arzobispo ni el Cabildo favorecieron la fundación por lo que se extinguió en 1709”. En México ocurre lo mismo, la devoción se extendió muy rápidamente.
El conocimiento de san Cayetano llega a la ciudad de la Santísima Trinidad (recordemos que la ciudad de Buenos Aires adoptará el nombre de su puerto unos siglos después) de manos de la Beata María Antonia de san José (la mama Antula). Ella, siendo laica, seguirá la obra de los jesuitas expulsados por orden de Carlos II en 1767. Fue reconocido como los reformador del clero y es así que en varios lugares de América a los Jesuitas le decían los Teatinos.
La devoción del santo llega a estas costas de mano de la Beata y de la Congregación de las Hijas del Divino Salvador. Instituto religiosos fundado luego que el Beaterio de la santa Casa fuera clausurado y las beatas se transformaran en religiosas.
En 1875, gracias a la donación de doña María Mercedes Córdova a las Hnas. Hijas del Divino Salvador de muchas leguas de sus campos entre lo que hoy es hoy Ciudadela y Liniers, las religiosas construirán una capilla y un colegio, en pleno campo. Arribó una terrible sequía que hacía peligrar las cosechas y un paisano fue a solicitar al santo ayuda celestial para que pronto llegue la lluvia, dejando ante sus pies un ramo de espigas. A los pocos días llovió copiosamente salvando así la cosecha.