Familias, jóvenes, personas mayores, música, disfraces y militantes. Un universo multicolor de respeto, igualdad y libertad se congregó desde Plaza de Mayo hasta el Congreso.
Un hombre de más de 40 camina por la avenida Rivadavia entre la multitud. Suena Gilda de fondo. A su alrededor la gente baila poseída por la alegría. El sol de la tarde del sábado se derrumba detrás de la cúpula del Congreso y rebota multicolor en el glitter que rodea los ojos del que marcha. Una lágrima cae por su cara, víctima de la ley de gravedad, hacia el suelo. Se entiende la emoción. Y se explica en el dibujo que sostiene con sus manos: está el rostro de Carlos Jáuregui (1957-1996), referente histórico del colectivo homosexual, y una leyenda: “Se cumplió tu sueño”.
Jáuregui fue una de las 300 personas que marchó aquella tarde del 2 de junio de 1992 en el centro porteño. Él, rodeado por otros con sus caras cubiertas para no ser identificados se animaron a reclamar por los derechos de lesbianas, gays, travestis en una época en que la estigmatización era más fuerte que el respeto y la igualdad. Pasaron 30 marchas y 29 años de reclamos y conquistas hasta llegar a una fiesta como la de este sábado, con una cantidad de participantes que se multiplicó al menos por mil desde aquella vez. ¿Habrá imaginado tanto Jáuregui? ¿Cuántas personas estuvieron en la Marcha del Orgullo de este sábado entre Plaza de Mayo y el Congreso? ¿200.000? ¿300.000? Fueron tantas que es incalculable: familias, jóvenes, personas mayores, música, disfraces, militantes, “sueltos”. Un universo multicolor de respeto, igualdad y libertad soñado décadas atrás.
Después de casi dos años de pandemia, la calle volvió a ser de todos. Eso fue lo que más alegró a la actriz y escritora Susy Shock, autora de este verso conmovedor: “Reivindico mi derecho a ser un monstruo, que otros sean lo normal”. Susy camina por la Plaza de Mayo, se saca fotos, se abraza con otros y otras. “Después de mucho tiempo nos volvemos a ver, aunque las travas marchamos los 365 días. Vamos a la panadería y estamos activando”, sonríe.
“La pandemia se puso dura con los neofascismos. Este encuentro nos da pilas, los abrazos hacen falta. A mí ver tanta gente me revitaliza, creo en el reencuentro, en la calle está lo nuestro. Después cada cual hace su caminito, sale del closet, habla con su familia, sufre en la escuela”, comentó Susy Shock a Infobae, mientras los cerca de diez camiones de las organizaciones apuntaban su marcha hacia la Plaza del Congreso, rodeados de las miles de personas que bailaban, celebraban, mostraban sus carteles, como el de un joven que prefirió no dar su nombre “porque todavía mis papás no saben”, que decía “Si Dios odia a lxs gays por qué somos tan lindxs”.
A metros de él caminaba cubierta por un vestido plateado, alta y esbelta Coral Barcos, en su primera marcha del orgullo, recién llegada de Tigre, 29 años. “Estoy encantada, no esperaba tanta gente, siento mucha alegría después de lo que vivimos con la pandemia”, comentó mientras aliviaba el calor con un abanico que tenía un dibujo de Eva Perón y Cristina Fernández de Kirchner besándose en la boca.
La concentración comenzó en Plaza de Mayo temprano. Desde las 11 hubo una feria, con decenas de stands y puestos de comida. La marcha propiamente dicha hacia el Congreso comenzó casi una hora después de lo anunciado, cerca de las 17, lo que demoró también el arranque de los discursos y la música en el escenario montado en el Congreso, que estuvo iluminado con los colores del arco iris, símbolo del colectivo LGBTIQ+.
La consigna principal de la marcha del orgullo fue el pedido por una “ley integral trans” que, según la Federación Argentina LGBT, busca asegurar a las personas trans el ejercicio pleno y en condiciones de igualdad de sus derechos y libertades, con inclusión social a nivel económico, cultural, laboral y en los ámbitos de la salud y la educación.
“Es un conjunto de políticas públicas para revertir el promedio de vida de 35 a 40 años de la población trans. Entra las medidas, que ya incluye lo aprobado en el Congreso, propone una reparación para los y las trans mayores de 40 años que no pudieron obtener educación, experiencia laboral y que cuentan actualmente con salud muy deteriorada”, comentó María Rachid, titular del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad y una de las organizadoras del desfile de este sábado.
La marcha también incluyó consignas por nuevas leyes contra la discriminación, para respuesta integral al VIH, hepatitis virales, ITS y tuberculosis; para que Iglesia y Estado sean asuntos separados; por los derechos sociales y laborales para los y las trabajadoras sexuales, contra la criminalización y la violencia policial e institucional, y por la “igualdad real” con políticas públicas y presupuesto. Además, flotó permanentemente la pregunta y el grito “¿Dónde está Tehuel?”, en relación a la desaparición de Tehuel de la Torre, el joven trans que desapareció el 11 de marzo y por el que hay dos hombres detenidos, sospechosos de un asesinato sin cuerpo.
Una chica eligió no caminar ni bailar junto a la multitud. Se sentó sobre un tacho de basura y se quedó ahí, quieta, envuelta en la bandera celeste, rosa y blanca que simboliza la lucha trans, con un cartel a la vista de todos: “Tehuel desapareció, esta vez fue él, pero mañana puedo ser yo. Marcho por todxs lxs que se fueron luchando”.
El artista Jey Mammon participó junto a un grupo de amigos. “Esto es lo contrario a la vergüenza. Es el orgullo. Es vivir la sexualidad con libertad. Vengo a celebrar y pedir por todo lo que falta. No hay que olvidarse de Tehuel. Hemos avanzado un montón, y también faltan conquistas. Lohana Berkins decía que hay que ser desobedientes. Me encanta que este sea un encuentro de todo el mundo”, comentó a Infobae.
La primera parte de la Marcha sucedió en Plaza de Mayo, donde también se montó un escenario. Allí temprano se realizaron “reconocimientos” a quienes, según los organizadores, contribuyeron en “la construcción de la igualdad en este último año, desde distintos espacios, sectores o instituciones”. El más importante de los casos fue el del presidente de la Nación, Alberto Fernández, a quien le agradecieron la aprobación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, el DNU de cupo trans, el impulso de la Ley de Inclusión Laboral Trans y el DNI no binario.
Fernández no participó de la marcha pero cerca del mediodía publicó en sus redes sociales un mensaje de apoyo con una foto de la bandera de la diversidad bajo la cúpula del Congreso. “La bandera LGBTI+ flamea en todo el país con grandes motivos de celebración. Después de tanto, vuelve a las calles un colectivo que tiene nuestro compromiso con seguir trabajando por una sociedad más justa, libre e igualitaria”, escribió el Presidente argentino.
“Felices de otro año de marcha. Felices de poder hacerla de manera presencial. Felices de festejar la XXX Marcha del Orgullo con la alegría de festejar todo lo conquistado, gracias siempre a la militancia de les compañeres que se comprometen en cada lugar del país. Han sido ustedes, compañeres, quienes han fortalecido la lucha, quienes ponen el cuerpo, quienes han expandido marchas en diferentes rincones de todo nuestro territorio. Hemos avanzado en la igualdad desde lo jurídico en muchos ámbitos, pero vamos por más, porque todavía nos falta para lograr la igualdad real para todes”, agregó la abogada Flavia Massenzio, presidenta de la Federación Argentina LGBT+.
A partir de las 19 la fiesta se mudó al Congreso. Mientras la multitud desembocaba en la confluencia de las avenidas Rivadavia y Entre Ríos el DJ Jara empezó a poner el fuego de la fiesta que ya se había activado frente a la Rosada. El gran hit de la jornada fue, sin dudas, “Paraíso”, de Gilda. Arriba del escenario las periodistas Diana Zurco y Alejandra Malem oficiaron de maestras de una ceremonia que probablemente dure hasta la medianoche, con los shows destacados de Sara Hebe y Miss Bolivia.
Por ahí estaba Agustín Reyes, llegado por primera vez a una Marcha del Orgullo porteña desde Mar del Plata. Vestido con un pelo largo azul, orejas de duende y anteojos de sol de vidrios rojos contó, con una sonrisa: “Llegué para expresarme como soy. Me visto así todos los días, es mi manera de normalizar, de ser uno mismo. Estar acá me hace pensar en esa gente que lucha contra su familia, contra su sociedad. No poder vestirte como querés debe ser terrible. Yo ya no podría: si la vida no te da color, me lo voy a poner yo”.
Ornella Vega, conocida como “Tete”, de 57 años e integrante del Archivo de la Memoria Trans recuerda las primera marchas, el miedo, la estigmatización. Vuelve a aquellos años en los que conseguir trabajo para una mujer trans era imposible. Y se emociona. “Me siento una sobreviviente, es maravilloso haber podido vivir para ver esto, tanta gente joven y que las familias nos acompañen. La sociedad está más abierta”, dice Tete, pero también avisa: “Falta mucho, y nos seguiremos viendo acá todos los años para construir nuestra historia”.