A a pocas horas de haberse emitido un nuevo comunicado de SanCor Cooperativas Unidas Limitada expresando la necesidad de retomar la producción, se conoció la noticia más temida que había anticipado la semana anterior Bichos de Campo: Se cierra la planta de San Guillermo, y con esta situación que no está definida si será definitiva, quedan en el camino las fuentes laborales de 26 personas.
San Guillermo es una localidad del noroeste santafesino, donde una importante cuenca lechera aportaba materia prima a las instalaciones que se habían recuperado en junio pasado, luego del acuerdo de la Cooperativa con un tercero, para la producción de quesos de pasta blanda. Esto había sido revelado, en la fallida campaña hacia una diputación provincial, por el ministro de la Producción de Santa Fe, Daniel Costamagna, que lleva desde entonces meses de silencio en cuanto a esta paralización.
Aristeo SA había hecho este convenio que a SanCor le representaba un ingreso extraordinario de fondos, para el pago de salarios y para el sustento financiero, teniendo una proyección de crecimiento, a partir de la capacidad instalada de 300 mil litros diarios.
Al momento, se estaban procesando unos 70 mil litros, llegando a una capacidad operativa mensual de 180 toneladas. Ahora todo ese esfuerzo de recuperación quedó en veremos y la gente quedará en la nada.
El bloqueo que sufre SanCor desde el 18 de octubre por la voluntad de la cúpula de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina no hizo más que frenar los negocios de este privado, que planificaba seguir ampliando el proceso y la dotación laboral, con lo cual se termina la expectativa que la comunidad había cimentado en este nuevo comienzo.
De esta planta habían salido los cien mil litros de leche ácida que la Cooperativa tuvo que descartar al comienzo del conflicto, que se extiende con un sistema de asambleas de seis horas por turno, impidiendo el funcionamiento y producción de una de las marcas más reconocidas del rubro alimenticio argentino.
A esta situación se añade la tensión entre trabajadores y el propio gremio, por el impedimento de volver a cumplir con las tareas habituales de cada una de las personas.
En los últimos días en diferentes plantas y en asambleas informales, la fuerza laboral comenzó a demandarle de manera directa a delegados y secretarios generales que los liberen de la obligación de seguir frenando las tareas.
El gremio niega la oferta de mejora salarial propuesta por la láctea ante el Ministerio de Trabajo de la Nación, a pesar de haber sido Atilra quien distribuyó al término del último encuentro hace dos semanas de las actas del mismo.
Esta semana las presiones personales se agigantaron cuando se volvió con la obligación individual de los trabajadores de volver a firmar una carta contra SanCor. Ya había sucedido con un telegrama de reclamo de deuda, pero ahora es una carta al Ministerio la que pareciera tener obligatoriedad de firma y envío.
Aducen en el texto las mentiras de los directivos de SanCor referidas a las medidas de fuerza, deshaciéndose de la responsabilidad de la falta de dictado de la conciliación obligatoria.
Con un texto de tono intimidante aseguran “a nosotros nadie nos manda como burros, pensamos, razonamos y debatimos nuestras decisiones”. “Aunque la empresa quiera hacer aparecer lo contrario no estamos haciendo bloqueos, ni paros sino reteniendo parcialmente la prestación por falta de pago de haberes, debidamente acreditada. Por eso denunciamos la inmoralidad empresaria de utilizar de manera permanente la mentira como recurso para obligarnos a trabajar sin pagarnos lo que nos debe”.
El texto continúa, “este no es un problema entre la conducción nacional de Atilra con la empresa, es una deuda que tiene la empresa con nosotros, los trabajadores a los que todo el tiempo pretende invisibilizarnos. El problema no somos los trabajadores, ni el sindicato, sino la mala gestión empresarial”.
Concluyen que “nadie puede obligarnos a trabajar si no nos pagan lo que nos deben porque no somos esclavos”.
Quienes trabajan en SanCor cobran semanalmente y con esta inactividad una proporción cada vez más baja de los salarios. La voluntad como ya lo habíamos citado es retomar las tareas, poder volver a operar, vender, cobrar y cumplir con los compromisos.
El impedimento está en Atilra, en su secretario general Héctor Ponce, que ya manifestó públicamente que quiere fundir a la cooperativa, que en definitiva la quiere para él.
Si en el camino cientos de personas quedan sin trabajo parece no importarle, tal como cuando acordó promover el fideicomiso con amigos del Gobierno, hace dos años, o incluso cuando en agosto de 2017 firmó el acuerdo con SanCor y ante la cartera de Trabajo para que los salarios se paguen en el formato actual, sin jamás haber actualizado porcentajes, formas; y mucho menos haber asistido a encuentro alguno con el actual presidente cooperativo para hacer estos reclamos que ahora promueve de manera directa.
Fuente: altoquedeportes.com.ar