La ex primera dama contó por primera vez su intimidad durante los días de encierro en la Quinta de Olivos: las peleas con el ex presidente, la fiesta de su cumpleaños, las infidelidades y los pedidos de ayuda que nadie respondió.
Fabiola Yañez se desplazó hacia el corazón de Madrid cuidando con celo el anonimato para su entrevista con Infobae, sabedora de la repercusión de su recién conocida denuncia contra Alberto Fernández por violencia de género. El encuentro tuvo lugar en la Gran Vía, en un salón del hotel Emperador. Vestida de blanco, la ex primera dama bebió un generoso trago de agua antes de comenzar a hablar. Apenas se conocía su voz, y fue ya desde las primeras palabras que pronunció, cuando se quebró. Teme por su hijo: ”Jamás hubiera querido exponerlo”, lamentó, en referencia a las fotografías que han trascendido con su rostro golpeado. El temor continúa en el presente, en su casa en la capital española: “Yo hoy no podía salir. Pusieron inhibidores que hacían que el auto se apagara”. No sabe quién es el responsable de estas intimidaciones, pero desea que la justicia se encargue de investigar.
Además del que abre la nota, a lo largo de esta entrevista, se incluyen varios videos de la misma, en los que la ex pareja de Alberto Fernández detalla las violencias que sufrió, las infidelidades, la indiferencia del entorno y hasta las acusaciones de que fue víctima, además de desmetir rumores sobre su vida en Madrid y replicar las versiones acerca de la paternidad de su hijo.
“Mi familia está sufriendo, separada; separada porque mi mamá está conmigo”. Reveló Yañez que su madre es la única persona que la está “sosteniendo” en España, que no tiene “empleados ni niñera”, como dijo haber leído en medios. “Solas otra vez, y en Olivos también estuve sola. Siempre estuve sola”, afirmó. Y no puede trabajar, aseguró, mientras tiene que soportar rumores de que pasea por las calles más exclusivas de Madrid. “Viví una situación muy horrible cuando él -Alberto Fernández- dijo que mi mamá y mi hermanita eran... no voy a decir la palabra que utilizó. Dijo que él estaba manteniéndolas”, relató, angustiada sobre el impacto de esa frase sobre sus seres queridos.
Confesó que el disparador de la denuncia contra Alberto Fernández fue el “acoso telefónico, terrorismo psicológico”. “Estuvo durante dos meses amenazándome día por medio con que si yo hacía esto, si hacía lo otro, se iba a suicidar”, detalló. En medio de esas traumáticas vivencias, su hipertensión se descontroló, al punto de sufrir picos de presión que la llevaron a terminar internada en España.
Estas sólo son las primeras confesiones de una mujer a la que “la gente no conoció” y “a la que nunca nadie defendió”, se quejó. En la Quinta de Olivos era el trabajo social, su tarea como primera dama, lo que la “mantenía en pie, y lo hacía con todo el amor del mundo”. En lo demás, nadie le dio su ayuda, tampoco el Ministerio de la Mujer, tampoco los políticos del entorno íntimo, que sabían lo que pasaba, subrayó. Hoy, en el Emperador con Infobae, y aunque nerviosa por lo vivido y la dureza de rememorarlo, proclamó: “Yo necesito estar íntegra para mi hijo y durante mucho tiempo en Olivos no lo estuve. Pero hoy me siento más fuerte que nunca.” Y al mismo tiempo dijo: “Yo he cuidado a este hombre de tantas cosas. Esos videos que aparecieron el otro día son poca cosa al lado de lo que hizo”.
—¿Cómo estás?
— No, no sé. No hay palabras. No, no sé. Estoy pasando un momento como nunca antes imaginé. Por algo que no salió de mí. Que salió a raíz de la consecuencia de una causa. Sale del teléfono de otra persona. Yo nunca hubiese hecho una cosa como ésta porque jamás hubiese querido exponer a mi hijo o que mi hijo tenga que ver algo de esto algún día en su vida. Y ahora lo va a tener que ver. Y no salió de mí. Salió de un teléfono de una causa por corrupción.
—¿Cómo estás con tener que revivir finalmente algo que fue un dolor enorme?
— Fue tremendo durante muchos años, pero hoy también tengo un poco de calma al haber grabado este documental que grabé. Las personas que lo hicieron, que estuvieron conmigo, me dieron tanta seguridad y tanta libertad para expresarme y dejar fluir todo, todo lo referido a lo que ha pasado conmigo, con mi imagen. Yo no puedo trabajar hoy. Porque había 45 millones de argentinos con indignación -y lo entiendo - por un montón de cosas. Pero también hay otra cuestión: a mí no me dejaban hablar. Cualquiera dijo de mí lo que quiso en televisión, en radio, en los diarios, en donde sea. Jamás nadie salió a defenderme, nadie me defendió. Lo único que que yo recibía como respuesta de la persona encargada de la prensa presidencial era: “No les contestes porque les das entidad”. Entonces la gente no conoce mi voz. La gente no conoce mi trabajo, no conoce nada de mí. La gente no me conoció.
— Hiciste trabajo social en tus años de primera dama.
— Era lo que me mantenía en pie. Y además lo hacía con todo el amor del mundo. Y toda la gente con la que trabajé, que me conoce, sabe lo que hice a cambio de nada, porque ni siquiera se publicaban las cosas que yo hacía. ¿Por qué? Porque siempre me tuvieron relegada. ¿Cuántas primeras damas hay en el mundo a las que el Papa (Francisco) recibe siete o cinco veces?, ya ni me acuerdo.
—¿Apoyó tu trabajo?
— Sí, apoyó mi campaña en contra del bullying, fue quien me ayudó a lanzarla internacionalmente.
— ¿Qué te decía tu ex pareja, Alberto Fernández, de eso?
— Que yo tenía que hacer lo que esta persona encargada de esa área decía, porque ellos sabían lo que decían y que yo tenía que quedarme callada.
— Yendo para atrás, ¿hubo una historia de amor al principio?
— Sí, muchos años. Más de 14 años. Me acordaba ayer. Esa foto en las redes sociales del compromiso que fue en París el 14 de mayo del 2016…
— ¿Y qué pasó después?
— No puedo contar exactamente lo que pasó. Todas estas cuestiones las manifesté en el material que se grabó. Y así como yo tenía que resguardar mi integridad, por el miedo que tengo... hoy no podía salir de mi casa, pusieron inhibidores para que yo no pudiera salir de mi casa. Inhibidores que hacían que el auto se apagara.
— ¿Quién hace eso?
— No lo sé. Deberá investigar la justicia porque yo no sé por qué sucedió eso.
— ¿Por qué podés contar lo que pasó?
— Porque tengo que resguardarme y porque tengo miedo. Hoy tengo miedo de volver a mi casa. ¿Qué voy a hacer con mi hijo? ¿Por qué inhibieron todo el lugar? Para que no pudiera salir de mi casa. ¿Cómo vuelvo? ¿Qué hago con mi hijo y con mi mamá? Bueno, por ese miedo y por lo que grabé con quienes firmamos un contrato de confidencialidad.
— ¿Cómo es tu vida acá, en Madrid?
— ¿Mi vida? Han dicho que vivo una vida de lujo. Yo no tengo empleada y no tengo niñera. Mi mamá es la que me ayuda con mi hijo y es la que está sosteniendo todo. Dijeron que me vieron caminando por calles donde están las marcas de lujo, mas jamás fui a caminar a ninguna de esas calles. Eso es mentira porque yo no puedo caminar por la calle.
— ¿Qué te pasó cuando viste las fotos?
— Me destruí, pero me destruí por mi hijo. Yo jamás hubiese querido que saliera una foto así de mí. ¿Qué mujer se quiere ver en todos los programas de televisión y en los medios del mundo así? No entiendo cómo se filtraron los chats y que se guardaran la foto para el último momento... (llora y pide un pañuelo…retoma al minuto). Creo que no hay una mujer en el mundo que quiera verse así. Hay otras causas sobre violencia que siempre van por lo privado. Entonces sus hijos no lo van a ver, ni su familia. Mi familia está sufriendo por ver esto. Tengo a mi familia toda separada porque mi mamá tuvo que venir a apoyarme a mí hace más de un año y medio. Tuvo que dejar a su esposo, alejarse de su hija, de mi hermanita que tiene 17 años y estaba terminando el secundario. Y acá estamos solas, obviamente. Y en Olivos yo siempre estuve sola, porque mi familia vivía a más de mil kilómetros. Yo siempre estuve sola.
— Recién te preguntaba sobre tu historia de amor, ¿En qué momento se rompe? ¿En qué momento cambia?
— Bueno, sucedió una cosa muy importante, después del 14 de mayo pero no te la puedo contar…
— Esto empieza antes de la Presidencia…
— Claro que sí.
— Vimos que sufriste violencia física. ¿Sufriste otros tipos de violencia?
— Sí, otra violencia a la que estuve sometida durante muchísimo tiempo como es el acoso telefónico. Terrorismo psicológico. Esta persona estuvo durante dos meses - están todos los chats y muchas personas lo saben - amenazándome día por medio con que si yo hacía esto, si hacía lo otro, que se iba a suicidar. Eso no se hace, eso es un delito. ¿Cómo voy a estar yo entera para mi hijo si tengo a una persona diciéndome esas cosas? Día por medio, durante dos meses. Pero fue lo último que esta persona hizo.
— ¿Alberto Fernández, ex presidente, tu ex pareja, te amenazaba concretamente con suicidarse?
— Sí, concretamente con suicidarse, reiteradas veces.
— ¿Qué te pedía? ¿Que no hablaras? ¿Que volvieras con él?
— Esas cosas no las puedo decir porque están dentro de lo que es la causa.
— ¿Viviste violencia económica?
— La verdad es que no, pero sí viví una situación muy horrible. Cuando él no se dio cuenta que me estaba hablando, tenía el teléfono en altavoz y él dijo que mi mamá y mi hermanita eran… No voy a decir la palabra que utilizó… que las estaba manteniendo. Cuando no tengo ni una empleada. Eso fue una manera de reclamarme una cuestión económica y despreciar a mi familia también. Mi hermana lo escuchó y se largó a llorar.
— ¿Sufriste algún tipo de violencia sexual?
— No puedo. No puedo hablar de esas cosas.
— En los chats hablás de un evento en particular en el que decís que te estuvo lastimando durante tres días…
— No puedo hablar. Eso está dentro de la causa y del secreto de sumario.
— Por la fecha del chat todo indicaría que esto fue cuando vos estabas embarazada, ¿no?
— En realidad, lo peor fue el último año cuando me voy a vivir a la casa de huéspedes.
— ¿Te vas con tu bebé a la casa de huéspedes?
— Tuve que salir en pantuflas y bata e irme a la casa de huéspedes.
— ¿Te sentías en peligro?
— No, pero no soportaba más. ¿Cómo una persona con tanta impunidad te hace una cosa así? Entonces ni siquiera le contestaba. Agarraba, me ponía la bata, las pantuflas y me iba a la casa de huéspedes. Y después tomé la decisión. En julio más o menos. Cuando empezaron a decir que estábamos separados, era verdad. Solo que no lo querían decir. Entonces, obviamente, si yo me iba de Olivos iba a ser un escándalo. Entonces, todavía queriéndolo ayudar, queriéndolo ayudar, me voy a vivir a la casa de huéspedes, donde él cada vez que llegaba abría la puerta. Pero no es que me golpeaba la puerta para entrar. Abría la puerta así, de un portazo. Y yo ahí viví con mi hijo el último tiempo. Entonces empezaron desde antes de agosto, todas las semanas, a darme un cuento distinto: “Mañana te vas”, y así. Pero no me dejaron ir hasta el 2 de diciembre.
— ¿Estuviste cautiva en Olivos?
— No porque igual tampoco es que salía mucho, ustedes saben. A mí jamás nadie me vio en un restaurante, en un bar. Jamás, porque nunca salí a hacer esas cosas. Simplemente iba a la casa de una amiga. Pero me quería ir y no podía. Me inventaban una cosa todas las semanas para irme llevando.
— ¿Por ejemplo, qué te decían?
— Cosas como: “Mañana arreglamos el avión, para que puedas viajar de la forma más segura”, y no sé cuánto más para viajar a Madrid. El destino no lo elegí yo. Él lo eligió por su comodidad. Y así hasta el 2 de diciembre. Entonces del país no pude salir nunca.
— Ese tiempo en la casa de huéspedes con tu bebé, ¿sufrías violencia?
— Y... que una persona entre a tu intimidad hasta abrir no solo la puerta de entrada sino la de la habitación para ver qué estaba haciendo, qué podía estar haciendo...
— ¿Te dolió revivirlo, más allá de Francisco? ¿Recordarte en esas situaciones?
— Sí. Al revivir todas esas cosas que pasaron me di cuenta que no era normal.
— ¿Recién ahí te diste cuenta?
— Sí, porque ahí es donde me desahogué realmente.
— La primera vez que te contacta el juez Julián Ercolini decidís no hacer la denuncia…
— Me pidieron que no lo haga…
— ¿Quién?
— Era una situación bastante incómoda. Me llama el juez. Quería hacer todo rápido, todo apurado. En menos de cuatro horas me armaron una audiencia. Entonces, en ese momento, y además porque me pidieron que no lo hiciera, más que no sabía qué hacer, dije que no.
— Eso fue en los primeros días de julio…
— Sí. Yo pedí ayuda a varias personas. Y esas personas no me ayudaron.
— En Olivos tenían que saber lo que estaba pasando…
— Sí, obviamente.
— ¿Nadie te ofreció ayuda?
— No, nadie. Es más, fui a buscar ayuda a la persona que tenía la responsabilidad de velar por eso…
— ¿Al Ministerio de la Mujer?
— Sí, fui y pedí ayuda. Salieron ahora a defenderse cuando no me defendieron a mí, mientras me defenestraban. Decían barbaridades de mí. Porque ustedes son testigos de todo lo que se dijo. ¿Cuando salió alguna de esas personas pertenecientes a ese ministerio? Desde el primer día que me empezaron a maltratar, porque ustedes saben que me maltrataron durante cinco años. Solo se dedicaron a hablar de frivolidades y de mentiras.
— Estábamos hablando del Ministerio de la Mujer…
— Mostré y pedí ayuda. La persona las vio (las imágenes) y ahora me envió un mensaje diciendo: “Vos nunca me pediste ayuda. Dijiste que ibas a venir al ministerio”. Si yo iba al ministerio, salía en los diarios.
— ¿Quién es la persona?
— Bueno, se imaginarán. Me decían: “Vení a verme al despacho en algún momento. Yo estoy con vos”. Si estás viendo una situación así, ¿yo tengo que ir a verte a vos?, ¿a tu despacho?
— ¿En qué momento fue este pedido de ayuda? ¿Ya había nacido Francisco?
— Sí, claro. Esto fue el último año en un viaje. Pero no recuerdo exactamente la fecha.
— La violencia física, ¿en qué momento empieza?
— No puedo hablar de eso.
— Pero antes de la presidencia.
— No. Había otro tipo de violencia. La violencia que había antes era acoso. Todo el día. Tenía que estar en el teléfono, porque si no estaba en el teléfono, era como que estuviera haciendo no sé qué cosa. El tiempo me empezó a llevar a quedarme cada vez más encerrada dentro del departamento.
— ¿Te fuiste aislando de tus vínculos?
— Sí, porque no podía ir a un restaurante con mis amigas. Porque tenía que pasar toda la noche contestando los mensajes en lugar de poder hablar con mis amigas o desahogarme un poco o divertirme como cualquier persona normal, común y corriente. Tuve que comenzar a invitarlas aunque sea una vez por semana o cuando podían a comer al departamento. Porque si no era insostenible. Hay testigos de eso. Y hay gente que lo sabe y que está dispuesta a hablar si tiene que declarar. Y no fui yo la que lo contó. Vuelvo a repetir, porque yo he cuidado a este hombre, lo he cuidado de tantas cosas que él ha hecho, de tantas cosas, que esos videos que aparecieron el otro día son poca cosa al lado de las cosas que él ha hecho.
— Estamos hablando de los videos con Tamara Pettinato. ¿Vos ya los habías visto?
— Sí, claro, porque los encontré en el teléfono de mi hijo. Había otras fotos y había otras personas. Él comete el error o no sé, la desprolijidad, llamémoslo como queramos. Había un teléfono que no se utilizaba y con ese teléfono yo le ponía música para dormir a Francisco. Ese teléfono un día volviendo de Chapadmalal para que el nene estuviera tranquilo, le ponemos música y se lo damos. El nene con un año y medio ya sabía cómo se maneja. Mi mamá, que estaba al lado de él, le saca el teléfono y me dice: “Fabiola, ¿qué es esto?” Y me lo entrega. Había una foto de una mujer desnuda. Obviamente se la habían enviado a él. Y empiezo a mirar y descubro que estaban esos videos.
— ¿Qué te pasó a vos en ese momento?
— Yo creo que a esa altura ya estaba, no sé, como adormecida, porque esto ocurría todo el tiempo. Ocurría todo el tiempo. El trabajo psicológico que habían hecho conmigo había normalizado esas situaciones.
— ¿Los engaños ocurrían todo el tiempo?
— Sí.
— ¿Esas imágenes que encontraste eran de mujeres que conocías?
— Personalmente, no las conozco. Algunas sí. ¿Públicamente? Sí.
— ¿Las identificaste?
— Sí, claro.
— O sea, hay mujeres famosas en ese material.
— Sí, claro.
— ¿Quieres decir los nombres?
— No, porque yo no sé exactamente cómo llegaron ni a dónde llegaron. Mi teléfono obviamente debe estar intervenido de alguna manera. Creo que esa es la razón por la cual comienzan a aparecer todas estas cosas también.
— ¿Encontrabas videos y fotos que confirman infidelidades que vos ya conocías?
— Es que eso ya era anecdótico. El tema es que lo ve mi hijo.
— ¿Entendió? ¿Crees lo que estaba viendo?
— Mi mamá se lo sacó enseguida, pero cómo es esa desprolijidad de darle un teléfono a un niño donde tenés conectadas tus cuentas y tus cosas. O tenés guardadas fotos o videos que grabaste o cosas que hiciste. Esto no se trata de mí, se trata de cuidar a Francisco. Y que me haya animado es porque yo necesito estar íntegra para mi hijo. Por mucho tiempo no lo estuve estando en Olivos. Hoy estoy mejor. Van a decir de mí un montón de cosas. Pero hoy me siento más fuerte que nunca. Y estoy fuerte. En aquel momento yo estaba viviendo de una forma en la que no me dejaba ni siquiera poder estar íntegra para mi hijo. Por eso decido irme del país, por mi hijo. Porque si no, no íbamos a poder ir a ningún lado. Yo menos, porque a mí me destruyeron, a mí me destruyeron en vida. Yo en Argentina obviamente que no iba a poder trabajar, no iba a poder salir a la calle, iba a tener que volver a estar encerrada, a vivir encerrada como había vivido todo el último tiempo.
— Estamos hablando del papá de tu hijo, de quien era tu pareja, y de quién era el presidente de la Nación…
— Por eso también tomé la decisión. Por todas las mujeres que sienten que no pueden hacer nada y que son víctimas de este tipo de violencia ya sea psicológica y/o física, la que sea. Yo no puedo permitir que esas mujeres no estén respaldadas por algo y yo guardarme una verdad que puede ayudar a un montón de mujeres. Entonces por eso también lo hice. Porque no hay cosa que me duela más. Yo jamás fui feminista pero la violencia hacia la mujer es una de las cosas más repudiables que puede existir en este mundo. Y cuestiones que quedaron en el siglo 18, en el siglo 15, como que encima te quieran hacer pasar por enferma. Si lo hicieron conmigo, ¿qué es lo que pueden hacer con esas mujeres? Por eso lo hice también.
— ¿En algún momento fueron un problema en la pareja las infidelidades?
— Claro que sí. Recibía cosas todos los días, las mismas mujeres me las mandaban. Muchas mujeres me mandaban cosas al teléfono.
— ¿Él qué te decía?
— Él decía que era una broma. Primero lo negaba, después lo asumía, pero tampoco lo dejaba de hacer. Cuando le mostré y fui a decirle: “¿Qué es esto que está en el teléfono del nene?”. Me dijo: “Ay, no, eso es una broma. Esa chica está todos los días en la Casa Rosada. Y eso fue una broma. Bromea con todo el mundo”. Claramente no era una broma. Encima me subestimaba. Igualmente, no hice nada.
— ¿Por qué?
— Lo único que quería era irme. No quería saber más nada. No me importaba ya ni discutir con él. Me quería ir.
— En estos días, prácticamente todo el arco político salió a apoyarte.
— Trato de no leer muchas cosas ni ver mucho porque no me hace bien.
— Muchísimas personas se solidarizaron con vos, por supuesto. Por eso también me interesa volver a preguntarte, ¿en el Ministerio de la Mujer lo sabían? ¿En Olivos lo sabían? ¿Hay alguien más de la política que creées que lo sabía?
— Sí, había gente que lo sabía porque hubo alguien que se los dijo. Las personas más allegadas a él sí lo sabían. Si lo sabían y no hicieron nada. He tenido que escuchar a amigos diciéndome: “Tengo un cargo de conciencia porque yo lo sabía. Y yo sí tenía el poder para decirles a ellos que hicieran algo”. Pero nadie hizo nada.
— Para entender, un amigo tuyo que tenía llegada al círculo íntimo de Alberto Fernández, ¿sabía lo que vos estaba sufriendo?
— Su secretaria. No tengo que decir otra cosa. ¿Qué más puedo decir?
— Dijiste que te hacían pasar por enferma…
— Sí, porque me amenazaron con eso.
— ¿Qué te dijeron?
— Me amenazaron con decir que estaba enferma y que una persona iba a ayudar a que eso fuera verosímil. No voy a decir más nada acerca del tema porque no lo puedo decir.
— En algún momento lo vimos al ex presidente explicar la reunión en Olivos en pandemia que indignó a muchísima gente y te responsabilizó por ese hecho.
— Sí. Lo hizo más de una vez. Incluso teniéndome sentada frente a él en un lugar con muchísima gente, él dando una conferencia con muchísimos periodistas. Y lo volvió a repetir estando yo sentada enfrente de él y embarazada. Lo volvió a repetir. Otro juego psicológico que me hicieron. Como decir que perdieron las elecciones legislativas por mi culpa. Me lo repetían todos los días. Elecciones legislativas que el peronismo históricamente jamás ganó. Me echaron la culpa. Porque él se desligó de la responsabilidad de haber hecho esa reunión, haber estado ahí, haberlo hecho y echarme la culpa y decir que yo organicé un brindis. Yo no organicé ningún brindis. Eso no es verdad.
— ¿Quién lo organizó?
— No puedo hablar de eso. No puedo decirlo.
— La gente que estaba ahí, ¿era amiga tuya?
— Algunos. Era mucha gente que trabajaba dentro de Olivos. El personal de la Casa Rosada trabajaba en la Jefatura de Gabinete. Solo en Olivos hay 80 empleados. Entraba gente todo el tiempo, pero a trabajar. Y esa gente trabajaba, ese día habíamos estado trabajando en una campaña que yo había querido, pero bueno, nunca tuve apoyo para tantas, tantas cosas que hice. La verdad que nunca hubo apoyo desde ningún lado. Yo seguí mucho el tema social, con comedores, con niños, con el bullying, lugares en los que ni siquiera el Ministerio de Desarrollo Social ayudaba.
— De todas maneras estábamos en pandemia, se estaba brindando, había copas en la mesa.
— Vuelvo a decirte, salieron a echarme la culpa por esas fotos que habían aparecido de golpe, que se habían guardado durante un año. Esto fue todo hecho, obviamente, a propósito. ¿No? Si no, hubiese salido antes. Creían que ganaban las elecciones y perdieron. Todos los días se me repetía: “Por culpa tuya. Perdí un gobierno por culpa tuya. Este gobierno perdió las elecciones por culpa tuya. Por culpa tuya. Por culpa tuya”. ¿Cómo un gobierno va a caer por una foto mía? Por favor. Pero que te lo digan todos los días…
— A partir de lo que pasó en las últimas semanas, trascendieron versiones y se cuestionó o se dudó de la paternidad de Francisco.
— Que mañana mismo manden a alguien a hacer un ADN. Van a tener que responder ante la justicia semejantes barbaridades que han dicho.
— Hay gente que plantea, desde las redes sociales, que las fotos podrían estar trucadas, o vos maquillada.
— Bueno, a ver, que la gente diga y piense lo que quiera.
— También se especuló con la foto de una fiesta de disfraces donde tenés un parche en el ojo.
— Dicen barbaridades todo el tiempo. No, eso no es así. Ese era el disfraz.
— ¿Cómo sigue todo?
— No quiero decir más nada. Eso es lo último que quiero decir.
Se apagan las cámaras y la entrevistada estalla en un llanto que se extiende por varios minutos.
[Producción, colaboración y cámara: Alberto López Marín, Matías Arbotto y Martín Vulcano]