En la rueda de prensa durante el vuelo de regreso desde Canadá, dijo que “la puerta [de la dimisión] está abierta”, pero que por ahora no lo considera; volvió a hablar sobre sus problemas de salud.
ROMA.- “La puerta está abierta”. Al regresar de su viaje de seis días a Canadá, el primero de su pontificado en el que usó una silla de ruedas debido a su problema de rodillla, el papa Francisco reiteró que, llegado el caso, no tendría ningún problema en renunciar al papado, aunque, como hizo recientemente en algunas entrevistas, destacó que no lo haría en este momento.
“La puerta está abierta, es una opción normal, pero hasta hoy no he llamado a esta puerta, no he dicho que voy a esta habitación, no he escuchado pensar en esta posibilidad. Pero eso no significa que pasado mañana no me ponga a pensar”, dijo el Papa, de 85 años, al contestar una pregunta sobre si le había ocurrido retirarse, en la habitual conferencia de prensa que concedió en el avión que lo trajo de regreso a Roma desde la localidad de Iqualit, “capital” de los inuit, al sur del círculo polar ártico.
“Pero ahora mismo, sinceramente, no lo sé. Este viaje también ha sido un poco una prueba... es cierto que no puedes hacer viajes en este estado, tienes que quizás cambiar un poco tu estilo, disminuir, pagar las deudas de los viajes que te quedan por hacer, reorganizar... Pero el Señor lo dirá. La puerta está abierta, eso es cierto”, agregó, aludiendo a sus dificultades de movilidad, de las que habló con gran naturalidad.
Ante otra pregunta sobre el mismo tema y el hecho de que es un jesuita que intenta hacer lo que es la voluntad de Jesús, Francisco subrayó que hará “lo que diga el Señor”. “El Señor puede decir que renuncie. Es el Señor quien manda (...). Si yo -esto es una hipótesis- veo que el Señor me dice algo, que me ha pasado algo, que tengo una inspiración, tengo que discernir para ver qué me pide el Señor. También puede ser que el Señor quiera arrinconarme, Él es el que manda. Esta es la forma de vida religiosa de un jesuita, estar en discernimiento espiritual para tomar decisiones, elegir un camino de trabajo, de compromiso también... El discernimiento es la clave en la vocación del jesuita”, explicó, según la transcripción de la rueda de prensa del portal del Vaticano.
En los últimos meses, algunos especularon sobre una posible dimisión del Papa después de que convocó a un consistorio para crear nuevos cardenales para fin de agosto, fecha en la cual también viajará a la ciudad de L’Aquila, donde se encuentra la tumba de Celestino V, el papa de la “gran renuncia”, que tuvo lugar en 1294. Benedicto XVI, papa emérito y antecesor de Francisco, rezó en ese lugar poco antes de renunciar, el 11 de febrero de 2013.
Su salud
En la rueda de prensa, que duró 40 minutos y en la que, a diferencia de las veces anteriores, no estuvo de pie, sino que sentado, el Papa también reiteró que no quiere operarse de la rodilla, porque le cayó mal la anestesia general a la que se sometió el 4 de julio del año pasado, cuando tuvo una cirugía de colon nada simple.
“La operación de rodilla no va, no va en mi caso. Los técnicos dicen que sí, pero está todo el problema de la anestesia: me sometí a más de seis horas de anestesia” hace más de un año y “todavía quedan rastros”, subrayó. “No se juega con la anestesia”, siguió, al reconocer antes que, de ahora en más, sus viajes internacionales deberán ser distintos.
“No creo que pueda ir al mismo ritmo que antes. Creo que a mi edad y con esta limitación, tengo que cuidarme un poco para poder servir a la Iglesia o, por el contrario, pensar en la posibilidad de dar un paso al costado”, indicó, aludiendo al tema de la renuncia, un paso que siempre dijo que estaría dispuesto a dar, siguiendo el ejemplo de su predecesor.
“Esto con toda honestidad: no es una catástrofe, se puede cambiar de papa, ¡no hay problema! Pero creo que tengo que limitarme un poco con estos esfuerzos”, consideró. Y enumeró, de todos modos, los viajes que querría hacer: uno a Ucrania, complicado debido a la guerra en curso, pero que podría darse en agosto; otro a Kazajistán en septiembre donde tendrá lugar un congreso de religiones y otro a Sudán del Sur y República Democrática del Congo, que debió suspender en julio y que, según dijo, hará el año que viene porque a fin de año es temporada de lluvias.
El viaje a Canadá
“Tengo toda la buena voluntad, pero veamos qué dice la pierna”, agregó, en una conferencia de prensa en la que se mostró relajado, de buen humor y evidentemente contento de su viaje “penitencial” a Canadá, en el que más de una vez pidió perdón por el mal que la Iglesia le hizo a la población indígena canadiense a través del sistema de escuelas residenciales que implementó en los siglos XIX y XX, que significó terribles abusos y muertes.
Al respecto, reconoció con todas las letras que sí, que entonces hubo un genocidio en Canadá, tal como hizo una comisión canadiense de la Verdad y la Reconciliación en 2015. Lo hizo luego de una pregunta de una periodista canadiense que le hizo notar que nunca utilizó ese término en ninguno de los discursos de disculpas pronunciados a lo largo del viaje, un hecho que algunos lamentaron.
“Es cierto que no utilicé la palabra porque no me vino a la mente, pero describí el genocidio y pedí perdón, perdón por esta obra que es genocida. Quitar a los niños, cambiar la cultura, cambiar las mentes, cambiar las tradiciones, cambiar una raza, digamos, toda una cultura”, dijo. “Sí, es una palabra técnica -genocidio- pero no la utilicé porque no me vino a la mente. Pero describí que era cierto, sí, era un genocidio, sí, sí. Tranquilos, tú pudes informar que yo he dicho que fue un genocidio”, sostuvo, sin medias tintas.