José Carlos Alegre (29) está internado desde el 29 de diciembre, luego de ser herido con un disparo de una pistola 9 milímetros por parte del cabo primero Adrián Cabral (34). El penitenciario provincial, se enteró que su excuñado mantenía un romance con la esposa y se presentó en la cancha del barrio 120 Viviendas de Fontana y lo lesionó.
El proyectil le causó fractura expuesta en la pierna izquierda. El ataque fue en la cancha de fútbol del barrio 120 Viviendas en Fontana. Era el último cotejo del año, pero la irrupción violenta del penitenciario hizo correr el pánico.
Alegre lleva 16 días internado en el Hospital Julio C. Perrando, y cuando despertó luego de una intervención, le dijeron que le habían amputado la pierna. Sumido en un angustiante cuadro depresivo, y dolores permanentes, Alegre, que fue pareja de una hermana de su agresor, mantenía un romance con la esposa del penitenciario, al que le recrimina que la situación debía arreglarse de otra manera. De albañil a depender del estado y tramitar un certificado de discapacidad, su futuro lo ve sombrío. Tiene un hijo, el que no sabe nada que a su papá le amputaron un miembro.
Este lunes, el penitenciario fue liberado por orden del fiscal en feria Francisco De Obaldía Eyseric, quien impuso al acusado una caución real de $1.000.000. Cabral está imputado de lesiones graves con arma de fuego y se abstuvo de declarar. Mientras el uniformado se fue a su casa, la víctima sigue en recuperación y en diálogo con NORTE, dejó un mensaje al fiscal: "Cada día en el hospital, me siento luchando por mi vida, porque un cobarde con arma vino y me encajó un tiro. Yo tenía toda la vida por delante, tenga mi hija que todavía no sabe que yo perdí la pierna", señaló al solicitar al fiscal que no le otorgue la libertad a Cabral.
"Desde el 31 de diciembre estoy peleando por mi vida, cada 48 horas entro al quirófano para que me limpien la herida y es insoportable el dolor", explicó José a este diario. "Hay noche que no duermo porque la paso mal, y pienso cada noche que Cabral tenía otra manera de solucionar la cosa, no venir y pegarme un balazo: estuve a punto de morir y si no me hacían un torniquete en la cancha, donde fue el hecho yo moría desangrado".
Además, el joven, asegura dar "gracias a Dios de estar vivo, pero me cuesta mucho psicológicamente salir adelante, y pido que la Justicia haga las cosas como tiene que hacer".
Alegre señaló que las horas en su habitación las pasa en soledad, salvo su madre que ayer fue a visitarlo nuevamente: "Cabral me arruinó la vida, prácticamente, yo tenía sueños y proyectos y un cobarde me arruinó la vida y que pague por lo que me hizo".