Empieza el relanzamiento de Cristina: ¿el "efecto atentado" compensará la decepción por la economía?

La militancia kirchnerista retoma el protagonismo callejero con actos masivos tras el atentado. Ya hay un plan para sacar provecho de la "épica" recuperada.

El regreso de la épica kirchnerista es, por lejos, el efecto más notable que dejó el fallido atentado contra la ex presidente Cristina Kirchner. Y el primer capítulo se verá este sábado con el acto del Parque Lezama titulado "El pueblo cuida a Cristina, Cristina cuida al pueblo".

Después de años de abstinencia de actos callejeros masivos -primero por la obligación de respetar la cuarentena, luego por la falta de motivos de festejo en un contexto de crisis económica-, la base militante podrá por fin tomarse la revancha de casi tres años en los que la calle fue dominada por los "banderazos" macristas o por la izquierda crítica del Gobierno.

Se descuenta que la convocatoria será masiva y que una militancia entusiasta desbordará el Parque Lezama, el mismo escenario en el que hace apenas dos semanas el Frente de Todos suspendió un acto originalmente planteado para denunciar el intento de "proscripción" de la líder peronista.

Y, por si no fuera suficiente la épica política, también se agrega a la jornada un toque de mística, porque también se hace una "misa por la paz y la fraternidad de los argentinos" en la basílica de Luján. Y el tono se plantea como de "agradecimiento a la Virgen por salvar la vida de Cristina".

Pero, más allá de la catarsis militante, el acto tiene un fuerte contenido político: constituye la fase uno del relanzamiento kirchnerista. A partir de ahora, se organizará una serie de manifestaciones para recuperar el protagonismo político, aprovechando la corriente de simpatía hacia la ex mandataria luego del intento de magnicidio.

La militancia kirchnerista hace su primer acto político después del atentado contra Cristina Kirchner

 

El plan para reinstalar a Cristina

Los más entusiastas del kirchnerismo se ilusionan hasta con la posibilidad de que la seguidilla de actos pueda crear el clima para la postulación presidencial de Cristina en 2023, una situación que hasta hace pocos días lucía muy improbable, dados los altos niveles de rechazo que marcaban las encuestas.

En la nueva estrategia figura la organización de hitos, como por ejemplo el aprovechamiento de la efeméride peronista del 17 de octubre con una gran movilización masiva. Y los actos estarán acompañados de un plan político en tres planos:

  • En la cuestión judicial, la que más preocupa a Cristina en el corto plazo, apostar fuerte a que la ex presidente sea "absuelta en las calles" y que la magnitud de esa expresión popular pueda penetrar en el "círculo rojo". En otras palabras, como ya insinuó el senador José Mayans, se busca instalar la idea de que sólo un sobreseimiento de Cristina Kirchner es garante de la paz social y, por lo tanto, tratar de que ese concepto influya sobre los jueces a la hora de dictar sentencia.
  • En el plano de política, aprovechar la fisura que se insinuó en la oposición, para tratar de generar una división más fuerte entre los "halcones" -cuya figura más notoria es Patricia Bullrich- y las "palomas", básicamente la Unión Cívica Radical y, en menor medida, Horacio Rodríguez Larreta. El llamamiento a un diálogo nacional y a un compromiso contra los "discursos de odio" apunta a esa división, y ya están trabajando en esa estrategia figuras de la confianza de Cristina, como el ministro del interior, Eduardo De Pedro. El objetivo de máxima es lograr que la fisura en la oposición llegue a partir la coalición electoral para el año próximo. El de mínima, tratar de que las divergencias en Juntos por el Cambio queden expuestas y provoquen dudas en su electorado.
  • En la gestión de Gobierno, el kirchnerismo se propone recuperar algo del protagonismo perdido en las últimas semanas con el ingreso de Sergio Massa como "superministro". Y se intentará influir de manera que las medidas de ajuste sean compensadas con un cronograma de anuncios positivos en materia de ingreso o de obras públicas.

Cambio de agenda K

Lo cierto es que este nuevo clima de entusiasmo militante y de épica recuperada contrasta notablemente con el ánimo que cundía hace apenas unas semanas, cuando desde los medios afines al kirchnerismo se hablaba sobre la decepción que suponía la crisis económica y la falta de decisión política para tomar medidas drásticas.

En particular, ya las primeras versiones del "dólar soja" que se habían diseñado desde el Banco Central habían sido calificadas como una claudicación. Sobre todo cuando el reclamo que la propia Cristina le había hecho públicamente a Alberto Fernández era que se debía aumentar por decreto la retención a las exportaciones y confiar en que el apoyo popular superaría a los "tractorazos" de protesta.

Mientras el kirchnerismo trata de correr el foco de la atención hacia la política, persiste el malestar de la base militante por el "ajuste" de Sergio Massa

 

De no haber sido por un evento tan rupturista como el del atentado a la ex presidente, hoy en el kirchnerismo se estaría hablando sobre el ajuste fiscal de Massa. Y, de hecho, quedaron opacadas protestas como las de los recortes de 40.000 planes sociales a jóvenes que trabajan y estudian.

De la misma manera, se estaría lamentando el sesgo contractivo del presupuesto 2023 que se presentará en los próximos días, y en el que se prevé que haya recortes suficientes como para que el déficit fiscal baje en 0,6 puntos del PBI. Subsidios a empresas públicas, transferencias a provincias y gasto en energía serán los centros del recorte.

También se estaría hablando sobre la probabilidad de una recesión en el corto plazo, como consecuencia de una política de tasas de interés que pondrá el costo del crédito por encima del 100%, precisamente una de las políticas que el kirchnerismo más le había criticado a la gestión de Mauricio Macri.

Por no hablar, claro, del índice de inflación de agosto que se dará a conocer en los próximos días: las consultoras estiman que se consolidará la velocidad crucero de 6% mensual, lo cual hace que ningún bono jubilatorio o aumento salarial extraordinario puedan compensar la pérdida del poder adquisitivo.

¿Cuánto dura el efecto post atentado?

Sin embargo, todos esos temas quedaron ahora en segundo plano. La gran pregunta, claro, es saber cuánto tiempo durará este efecto de shock post atentado. Y ahí es donde los politólogos hacen sus advertencias, en el sentido de que el kirchnerismo podría estar haciendo cálculos erróneos.

Las primeras encuestas tras el atentado señalan que un 70% de la opinión pública sigue manifestando un hartazgo y rechazo hacia "la grieta" y el clima de enervación política. Y hay analistas que creen que el intento de politizar excesivamente el atentado podría tener un "efecto boomerang" sobre los intereses del kirchnerismo.

Por lo pronto, un informe del consultor Diego Dillenberger indica, sobre la base de una encuesta entre expertos en comunicación política, que difícilmente el hecho del atentado alcance por sí solo para mejorar las chances electorales del peronismo. Sólo un 13% cree en esa posibilidad.

"El resultado electoral dependerá, probablemente, mucho más del resultado de la gestión económica de Sergio Massa que del atentado", afirma Dillenberger, escéptico sobre las posibilidades de un triunfo oficialista.

Para los politólogos, el efecto político del atentado puede diluirse rápidamente y ser desplazado por la preocupación sobre la economía

 

En la misma línea, el politólogo Carlos Fara, afirma: "Sin resultados no hay paraíso. Mucho tiempo con la inflación rozando el 7% -sin devaluar- puede quitarle las esperanzas al más optimista".

Fara observa que el efecto post atentado puede diluirse más rápido de lo que se supondría. Y pone como ejemplo el hecho de que la dirigencia de la CGT tomó distancia y volvió a concentrarse en las paritarias, mientras los gobernadores provinciales mantienen su foco en evitar el recorte en el traspaso de recursos y, previendo una derrota peronista, siguen con su plan de separar las elecciones provinciales de la nacional.

¿Lo definitorio sigue siendo la economía?

Claro que hay quienes acuden a los ejemplos históricos de líderes y partidos que se recuperaron luego de un hecho de alto impacto que cambió el humor de la opinión pública. Hay ejemplos de todo tipo, desde el ataque al entonces candidato brasileño Jair Bolsonaro en un acto de campaña -que lo catapultó en las encuestas-, hasta ejemplos locales, como el fallecimiento de Néstor Kirchner.

Sin embargo, los analistas creen que lo que sigue prevaleciendo es la situación económica del votante. En 2011, cuando Cristina fue reelecta con un arrollador 54% de los votos, no sólo jugó en su favor la simpatía por su reciente viudez: la economía crecía a "tasas chinas" y había un boom consumista.

Ahora el contexto económico es bien diferente, aunque sí hay coincidencias en cuanto a las acusaciones de corrupción sobre el kirchnerismo. Los politólogos que han estudiado las reacciones de la opinión pública ante los casos de corrupción suelen decir que, si el contexto económico es favorable, la población suele reaccionar con indiferencia ante las denuncias. El caso más obvio en ese sentido fue la revelación de malversaciones en el programa de viviendas "Sueños Compartidos" en plena campaña electoral de 2011.

Pero, advierten también, si el marco económico es negativo, entonces cualquier pequeño acto moralmente condenable puede ser amplificado. Nadie sabe mejor sobre esto que Alberto Fernández, que debió pagar un alto costo político por la reunión cumpleañera en la residencia de Olivos durante la cuarentena.

En todo caso, salvo para las "minorías intensas", la elección es un evento que todavía se ve muy lejano.

Pero Cristina está convencida de que lo que ocurrió es un punto de inflexión que la favorecerá. Y no está dispuesta a perder la oportunidad de su reivindicación. El operativo ya está en marcha.

 

Fuente: iprofesional.com

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