La familia del rosarino, instalada en el barrio cerrado Kentucky de Funes, pidió churros y la repercusión fue total.
Es que desde el local no atendieron el teléfono y casi se pierden la chance de venderle su producto a los Messi. Al final pudieron coordinar y los churros llegaron a la casa del 10. Los llevó un cadete de 18 años que es fanático de Rosario Central, el clásico de Newell's, el club de donde surgió la Pulga.
fuente: eldoce.tv