La Cámara del Crimen anuló el sobreseimiento de Cristian Graf, principal sospechoso del asesinato de Diego Fernández Lima en 1984. Un fallo histórico que busca verdad y justicia pese al paso del tiempo.
Lectura exprés
- ¿Qué sucedió? La Justicia revocó el sobreseimiento de Cristian Graf y ordenó seguir investigando el crimen de 1984.
- ¿Quiénes son los protagonistas? Diego Fernández Lima (víctima, 16 años) y Cristian Graf (imputado, compañero de colegio).
- ¿Cuándo ocurrió el hecho? El 16 de julio de 1984, Diego desapareció y luego fue hallado enterrado.
- ¿Dónde fue? En la casa de la familia Graf en Villa Urquiza, propiedad que luego alquiló Gustavo Cerati.
- ¿Cómo se reactivó la causa? La Sala 4 de la Cámara consideró prematuro declarar la prescripción sin agotar la investigación.
- ¿Por qué es importante? Sienta un precedente sobre la obligación del Estado de buscar la verdad más allá del tiempo transcurrido.
- ¿Qué consecuencias hay? El expediente vuelve a fiscalía para realizar nuevas medidas de prueba y pericias socioambientales.
Un giro judicial inesperado tras cuatro décadas de impunidad
A más de 40 años de uno de los crímenes más conmocionantes y a la vez silenciosos de Villa Urquiza, la Justicia ha dado un paso fundamental. La Sala 4 de la Cámara del Crimen decidió anular el sobreseimiento que beneficiaba a Cristian Graf, quien fuera compañero de colegio y vecino de la víctima, Diego Fernández Lima. Esta decisión reabre una herida que nunca cerró para la familia Fernández Lima, pero también enciende una luz de esperanza en su lucha por la verdad.
El caso, que parecía destinado al archivo definitivo bajo la figura de la prescripción por el paso del tiempo, ha tomado un nuevo impulso. Los jueces Lucini, Rodríguez Varela y Martín López entendieron que no se puede declarar la extinción de la acción penal de manera abstracta sin antes agotar todas las instancias para determinar quién fue el autor y si existen causales que mantengan vigente la persecución penal, como la participación de funcionarios públicos.
La desaparición y el hallazgo macabro
El 16 de julio de 1984, Diego Fernández Lima, de tan solo 16 años, salió de su casa para visitar a un amigo y nunca regresó. Durante días, la incertidumbre reinó en su familia hasta que la búsqueda terminó de la peor manera. Su cuerpo fue encontrado enterrado en el jardín de la casa de la familia Graf, ubicada en la misma manzana. Un dato que cobró relevancia mediática años más tarde es que esa propiedad fue alquilada posteriormente por el músico Gustavo Cerati, y fue allí donde se hallaron los restos óseos, cerca de la zona de la pileta.
Según relató Javier Fernández Lima, hermano de la víctima, la coartada y las declaraciones de Graf siempre fueron inconsistentes. "Miente todo, Graf miente. Eran compañeros, estaban todo el tiempo juntos en el colegio", afirmó Javier, refutando la versión del imputado que intentó minimizar su vínculo con Diego. La teoría de que el cuerpo pudo haber sido "arrojado" desde el exterior o ingresado por terceros desconocidos fue calificada por la querella como "disparatada" e imposible de ejecutar a plena luz del día sin complicidad.
Los argumentos para la reapertura
La defensa de Graf había logrado el sobreseimiento argumentando que, al haber transcurrido 41 años, la causa estaba prescripta. Sin embargo, la Cámara revocó esta medida basándose en una interpretación rigurosa de la ley.
- Prescripción en abstracto: El tribunal sostuvo que no se puede cerrar la causa sin identificar fehacientemente al autor. Si el responsable hubiera sido miembro de una fuerza de seguridad o funcionario público, la prescripción se suspende.
- Derecho a la verdad: Se citaron fallos de la Corte que indican que los procesos penales que no arriban a la verdad real se alejan del servicio de justicia.
- Nuevas medidas de prueba: El abogado de la familia, Tomás Bready, explicó que ahora se podrán realizar pericias socioambientales y buscar registros de la época para reconstruir la dinámica familiar de los Graf en 1984.
El dolor de una familia y la "espada de Damocles"
El impacto emocional en la familia Fernández Lima ha sido devastador. Javier, quien tenía 10 años cuando mataron a su hermano, describió el proceso como vivir con un "hueco en el alma". La noticia de la reapertura llegó apenas semanas después de que la familia pudiera finalmente recuperar los restos de Diego e inhumarlos en el cementerio de Chacarita, cerrando un ciclo de duelo físico pero manteniendo abierta la demanda de justicia.
El letrado Gastón Marcelo Francone, presente en el análisis del caso, destacó la figura de la "cosa juzgada írrita", refiriéndose a sentencias que, aunque firmes, se obtuvieron mediante procesos irregulares o fraudulentos. "Para el imputado, saber que cada mañana puede reactivarse la causa es una espada de Damocles. No hay paz sin justicia", señaló, subrayando que el delito base es un homicidio agravado por el vínculo de amistad y confianza.
Los próximos pasos en la investigación
Con el expediente nuevamente en manos de la fiscalía, el objetivo es claro: reconstruir el contexto de 1984. Se buscará determinar:
- La estructura familiar de los Graf y sus actividades económicas (se mencionó que eran dueños de "Cinegraf", una tecnología de la época).
- Si algún miembro de la familia o allegado tenía cargos públicos que interrumpan la prescripción.
- Nuevos testimonios de ex compañeros del colegio que puedan acreditar la relación estrecha entre víctima y victimario, desmintiendo la versión de la defensa.
La ubicación del cuerpo, en el punto más alejado de la casa principal, sugiere un intento desesperado de ocultamiento por parte de alguien joven, quizás sin los medios para trasladar el cadáver lejos de la propiedad. Esta hipótesis apunta a que el crimen y el encubrimiento ocurrieron dentro del mismo predio, cerrando el cerco sobre quienes habitaban allí.
"Esto no es venganza, es justicia. Para que nadie más sufra lo que sufrimos nosotros", concluyó Javier Fernández Lima, dedicando este avance judicial a su madre, "Pochita", quien sostuvo la lucha durante cuatro décadas.

