Una calculadora que ayuda a medir el riesgo de expansión del virus en las aulas permite imaginar las medidas más efectivas para prevenir el virus en los colegios.
Durante el último año, uno de los grandes interrogantes frente a la pandemia era el nivel de propagación del virus en las escuelas. Por ese motivo, en un principio la mayor parte de los países decidió cerrar los establecimientos educativos para contener el avance del coronavirus.
Sin embargo, a más de un año de la aparición del COVID-19, se fueron ideando distintos protocolos para que se pueda volver a las aulas. De acuerdo a Ángela Gentile, jefa de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, el regreso a las aulas hay que hacerlo con protocolos: “Mientras haya una situación epidemiológica estable que cumpla con los indicadores acordados se puede pensar en los protocolos para trabajar con la presencialidad. Posiblemente este año sea una combinación de formas presencial y virtual”.
En este sentido, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) concluyeron ahora que el nivel de contagios en las escuelas es bajo si se toman las precauciones sanitarias recomendadas por las autoridades.
Según datos de la UNICEF, la suspensión de las clases presenciales ha contribuido a aumentar la brecha ya existente, donde los alumnos y alumnas de los sectores más vulnerables se han visto más perjudicados. Los estudiantes realizaron jornadas de trabajo a través de plataformas virtuales y coincidieron con los participantes de estas mesas en que la falta de conectividad y de dispositivos tecnológicos fue una de las dificultades más complejas para resolver. Eso sin duda trajo desmotivación y muchas veces desinterés.
Pero, ¿cuál es el riesgo de contagios en las aulas? Para calcular el riesgo de circulación en las aulas, el Departamento de Ingeniería Civil y Mecánica, en colaboración con el Laboratorio Internacional de Calidad y Salud del Aire (ILAQH, Universidad Tecnológica de Queensland, Brisbane, Australia) y el Laboratorio de Desempeño de Edificios CIUS (Nueva York, EE. UU.), desarrolló una herramienta llamada “Airborne Calculadora de riesgo de infección“ para estimar el riesgo de transmisión aérea de virus en ambientes interiores.
En este contexto, los investigadores desarrollaron un modelo teórico en un aula de 50 metros cuadrados para estimar la emisión de carga viral de sujetos asintomáticos y la consiguiente probabilidad de infección en diferentes escenarios. Mediante diferentes escenarios y variables como el uso de mascarillas, la ventilación, cantidad de alumnos. El riesgo según cada situación:
Para María Fernanda Rombini, especialista en clínica médica e infectología, coordinadora médica de los centros Helios Salud, el reinicio de las actividades escolares requiere de un gran esfuerzo y compromiso de la sociedad: “Existen numerosos protocolos para restablecer las actividades educativas cuáles serán los más eficientes dependerá de la realidad de cada país”.
“La realidad es que en marzo del año pasado, la humanidad apenas sabía algo vinculado al virus. La evidencia se fue construyendo poco a poco. La propia OMS decía en agosto pasado que las escuelas eran de alto riesgo, y recién en octubre manifestó otra posición. Hubo países que dijeron que las escuelas no iban a cerrar y luego tuvieron que hacerlo. Se deben implementar protocolos que contemplen medidas de distanciamiento social mínimo, uso de mascarillas, medidas de desinfección y cierto escalonamiento. Habrá mucha gente que tendrá una mirada distinta, ninguna decisión va a conformar a todos los sectores”, enfatizó Rombini.
Para Gentile, los factores que se deben tener en cuenta son varios: “Hay que trabajar respetando las precauciones de gota, es decir, la transmisión de gota respiratorio que se corta con el uso de mascarillas y distanciamiento. Además, los espacios deben ser amplios y contar con ventilación y ventilador si es posible. Por otro lado, las escuelas deben trabajar en lo que llamamos precaución de contacto, que es garantizar todos los materiales de higiene adecuados”.
En este sentido, la profesional sugiere evaluar la realidad epidemiológica en cada caso aplicando indicadores para los establecimientos escolares que determinen el nivel de riesgo de transmisión del coronavirus SARS-CoV-2 que presenta esa escuela (alto, medio o bajo), lo que no significará que la escuela no pueda reabrir para reanudar las clases presenciales, sino que deberá considerar modelos de enseñanza alternativos (por ejemplo, una combinación de clases presenciales y virtuales, también conocido como modelo de educación híbrido, o solo clases virtuales).
En Argentina, el protocolo que presentaron en las últimas horas consiste en:
-El uso de tapabocas será obligatorio en todo momento, tanto en el ingreso a los establecimientos como durante las clases. Solo estarán excluidos los chicos de los jardines maternales, menores de 2 años. En el nivel inicial, entre los 3 y los 5 años, se recomienda su uso siempre y cuando cuenten con la autonomía suficiente para colocarse y quitarse el barbijo por sus propios medios.
-El ingreso a la escuela estará a cargo de dos adultos: uno se encargará del control de temperatura y el otro de guiar a los estudiantes en el camino al aula. Los padres no podrán entrar al establecimiento si no tienen autorización previa y deben guardar distanciamiento en los accesos y salidas, con la idea de no generar aglomeraciones.
-Los chicos de un grado no podrán interactuar con estudiantes de otras divisiones.
-En todos los casos, habrá distanciamiento de al menos 1,5 metros. Tras ese objetivo, el Ministerio de Educación porteño propone señalizar los distintos espacios de las escuelas. A ello se le sumarán las medidas de higiene ya conocidas: el lavado de manos, la desinfección de los establecimientos y la ventilación de las aulas. La limpieza será obligatoria antes y después de cada turno. Se insiste en la desinfección de superficies como pupitres, teclados, borradores y pizarrones.