Toda persona que haya sabido del tormento que vivió Lucio Dupuy mientras vivía con su madre, Magdalena Espósito, y la novia de ella, Abigail Páez, se hizo seguramente la siguiente pregunta: ¿Por qué el chico vivía con ellas desde hacía más de un año y nadie hizo nada para evitar esa situación?
El cuestionamiento, lógico a la luz de cómo fue asesinado el 26 de noviembre de 2021, tiene una respuesta. Surge del análisis que Infobae realizó de una serie de documentos que figuran en la causa por la tenencia de Lucio.
Este, fue uno de los puntos destacados del juicio por el homicidio, que el 2 de febrero tendrá su veredicto.
Para lograr entender por qué Lucio vivía con su madre y la novia de ella, sin ningún tipo de control por parte de la Justicia, es necesario remontarse a cuando sus padres se separaron.
En algún tramo de 2019, Magdalena Espósito Valenti y Cristian Dupuy decidieron poner fin a su relación. Ella estaba sin empleo y él trabajaba lejos de La Pampa, en Lujan, por lo que la tenencia de Lucio se convirtió en un tema de discusión. Sin embargo, de común acuerdo se decidió que el chico, que por entonces tenía apenas 3 años, viviera con sus tíos paternos en General Pico.
De esta manera, Lucio fue recibido por Maximiliano Dupuy y Leticia Hidalgo en el seno de su familia.
“Con sus tíos. Lucio era un nene feliz. Le gustaba vivir ahí y tenía mucho contacto con sus abuelos paternos. Cristian lo veía asiduamente y Magdalena sólo por videollamadas porque su economía no le permitía viajar de Santa Rosa, donde vivía, a Pico”, explica alguien que conoce la historia de cerca.
Con todos de acuerdo por la situación, se decidió que aquello por lo que se había optado de palabra, quede asentado en un expediente. Por eso, se formó una causa en un juzgado de familia que le brindó oficialmente la guarda a los tíos paternos de Lucio por un año. Esto fue en junio de 2019.
“Lo que acordó Magdalena era que, si bien la medida era por un año, Lucio se quedaría con sus tíos hasta que ella pudiera conseguir un trabajo estable y una casa para vivir con su hijo en la ciudad de Santa Rosa, a unos 150 kilómetros de Pico”, le explicó una fuente del caso a este medio algunos días después del homicidio.
La vida en familia y rodeado de afectos de Lucio comenzó a ver su final en enero del 2020, casi dos años antes de su muerte. En ese entonces, Magdalena reclamó nuevamente la tenencia de Lucio. Quiso que se fuera de al lado de sus tíos. Explicó en la justicia que había formado una pareja con una mujer llamada Abigaíl Páez y que había comenzado un “prometedor” emprendimiento de venta de tortas. También que había alquilado un departamento, por lo que estaba lista para recibir a su hijo en su nuevo “hogar”.
Aquí comenzó un litigio que no sólo fue judicial sino también familiar. Algo que repercutió, y mucho, en el bienestar de Lucio.
Magdalena consiguió el patrocinio de una abogada de La Pampa que la ayudó con el proceso en la Justicia de familia para pedir que el nene vuelva con ella. Pero, del otro lado, los tíos de Lucio no estaban dispuestos a entregar al menor.
El 5 de febrero de 2020, se generó un nuevo expediente en el Juzgado de la Familia y del Menor N° 1 de la Segunda Circunscripción Judicial, a cargo de la doctora Ana Clara Pérez Ballester, el expediente fue llamado “Esposito Valenti Magdalena c/ Hidalgo Leticia s/ cuidado personal”.
La primera audiencia de mediación para intentar llegar a un acuerdo se iba a producir el 13 de marzo del 2020 pero Leticia Hidalgo, la tía paterna de Lucio y quien siempre firmó en todos los expedientes, no pudo presentarse porque días atrás había sido madre de mellizos. Por ese motivo, se reprogramó ese encuentro judicial para el 1° de julio, plena pandemia, con una fuerte cuarentena y un sistema judicial ralentizado.
En la reunión de Julio, no se arribó a un acuerdo para la restitución de Lucio a su madre. “Lo que se hizo fue firmar un régimen de visitas los fines de semana cada 15 días. Magdalena podía ver al nene en Pico. Incluso podía buscarlo en aquella ciudad el viernes, llevárselo a su casa en Santa Rosa, y restituirlo el lunes a primera hora con los tíos”, cuenta alguien que presenció las reuniones.
Esas visitas cada 15 días que había homologado la jueza Pérez Ballester, fueron un fracaso absoluto. Sobre todo para Lucio, que con cuatro años fue testigo de una decena de momentos desagradables que incluían la presencia policial. “Cada vez que la madre iba a buscar al nene era todo un escándalo. Llamaba a la Policía y hacía denuncias de impedimento de contacto. Era una situación muy traumática para todos. Para los chiquitos y, principalmente, para Lucio”, dice una fuente allegada a la familia Dupuy.
De esta manera se llegó al viernes 31 de julio. Tal como estaba acordado, Magdalena se llevó a Lucio a Santa Rosa. Debía restituirlo el lunes a primera hora, pero no lo hizo. Aunque vale aclarar que no fue del todo por falta de voluntad de ella. Es que el gobierno pampeano había decretado la prohibición de circulación por el COVID. A raíz de esto, la madre no podía moverse y el chico se quedó con ella y su novia.
Nunca más regresaría con sus tíos.
Con Lucio viviendo con su madre, la Justicia volvió a intervenir ya para darle un cierre al conflcito. El 28 de agosto de aquel año pandémico se realizó una nueva audiencia entre las partes en pugna por Lucio. Allí se llegó a un acuerdo en el que Magdalena Espósito se quedaba definitivamente con su hijo. El documento fue firmado por ambos sectores.
La claudicación de los tíos tiene una explicación más que lógica y entendible: “Ellos firman ese acuerdo porque la situación ya era insostenible. Tenían hijos muy chiquitos y los escándalos permanentes con la madre no les hacían bien. Lo mismo para Lucio. Eran situaciones de suma tensión que afectaban a todos y, más que nada, a los menores”, cuenta una fuente.
Los tíos pensaron, en su buena fe, que terminar con los escándalos en cada visita y dejar que Lucio vaya con su madre era lo mejor para el nene. Pensaron en él. Las que no lo hicieron fueron la madre y su novia.
El 1 de febrero del 2021 ingresó al Hospital Evita con golpes en todo su cuerpo. El 23 de marzo, fue atendido en el mismo sanatorio por una “deformidad en su dedo con una fractura ósea”. De hecho, en varias fotos con su madre y la novia de ella, se ve a Lucio con un yeso en la mano derecha.
Hay una pregunta que, por más que se intente explicar desde lo legal, no tiene sustento desde la lógica. ¿Nadie en la Justicia se preocupó por hacer algún tipo de estudio socioambiental antes de entregarle a Lucio a la madre? ¿Alguien fue a ver si el chiquito estaba bien?
Estos estudios, estos seguimientos, jamás se hicieron. En paralelo, nunca se realizaron denuncias de ningún sector sobre la violencia sufrida por Lucio.