Un informe lapidario revela que el sector atravesó su peor año en décadas. Con el cierre de una de cada diez empresas, la crisis borró miles de puestos de trabajo y paralizó la producción.
Lectura exprés
- ¿Qué sucedió?
La industria textil argentina sufrió un derrumbe histórico durante 2025. - ¿Cuáles son las cifras clave?
La actividad cayó un 40% y cerró el 10% de las empresas del sector. - ¿Cuál fue el impacto laboral?
Se perdieron casi 16.000 puestos de trabajo formales en la cadena de valor. - ¿Por qué ocurrió?
Por la combinación de recesión, caída del consumo interno y cambios en las políticas de importación. - ¿Quiénes son los más afectados?
Principalmente las Pymes textiles y los polos industriales del interior del país. - ¿Qué significa "1 de cada 10"?
Que el tejido empresarial se redujo drásticamente, con cierres definitivos de fábricas históricas. - ¿Cuál es la perspectiva?
El sector advierte que el daño estructural podría ser irreversible sin medidas de contención.
El año 2025 quedará marcado en los registros estadísticos como uno de los períodos más oscuros para la industria textil argentina. Un reciente relevamiento económico confirma lo que los empresarios y sindicatos venían advirtiendo mes a mes: el sector ha sufrido un colapso estructural. Los números son contundentes y grafican una realidad desoladora, con una caída de la actividad que alcanzó el 40% y la destrucción de miles de puestos de trabajo.
Un año para el olvido: caída récord de actividad
El informe detalla que la contracción de la actividad no fue un fenómeno aislado, sino una constante que se profundizó a medida que avanzaba el calendario. La baja del 40% en la producción respecto al año anterior expone la paralización casi total de las plantas fabriles. En muchos casos, las máquinas se detuvieron no por falta de insumos, sino por la ausencia absoluta de demanda.
Este desplome se explica, fundamentalmente, por el deterioro del poder adquisitivo de los salarios. La indumentaria y los textiles, al no ser bienes de primera necesidad como los alimentos, fueron el primer recorte en el presupuesto de las familias argentinas. El mercado interno, principal motor de esta industria, se secó, dejando a las fábricas con stocks acumulados que no pudieron colocar ni siquiera bajando los márgenes de rentabilidad.
La sangría del empleo: 16.000 puestos menos
Quizás el dato más doloroso del balance 2025 sea el impacto humano de la crisis. Según las cifras difundidas, se perdieron casi 16.000 empleos registrados en la cadena de valor textil e indumentaria. Esta cifra no incluye el impacto en el sector informal, que suele ser aún mayor y más difícil de medir.

La pérdida de estos puestos de trabajo no responde solo a suspensiones temporales, sino a despidos definitivos. La mano de obra calificada, costurero/as, técnicos textiles y operarios de maquinaria pesada, se han visto expulsados del mercado laboral en un contexto donde la reinserción es extremadamente compleja. Los gremios del sector han calificado la situación como una "catástrofe laboral", advirtiendo que la recuperación de estos puestos podría tardar años, si es que alguna vez ocurre.
Cierre de empresas: una de cada diez bajó la persiana
El dato de mortalidad empresarial es alarmante: cerró una de cada diez empresas textiles que operaban en el país al inicio del año. Esto significa que el 10% del tejido empresarial del sector desapareció en apenas doce meses. No se trata solo de pequeños talleres de confección; la crisis arrastró también a pymes medianas con décadas de trayectoria y a proveedores de insumos clave.
El cierre de una fábrica implica la ruptura de una cadena productiva. Cuando una hilandería o una tejeduría cierra, afecta a los talleres de confección, a los lavaderos industriales, a los proveedores de avíos y a la logística. El efecto dominó generado por este 10% de cierres ha dejado huecos en la cadena de suministro que serán difíciles de llenar a futuro, aumentando la dependencia de productos terminados del exterior.
Causas: la "tormenta perfecta"
Analistas económicos coinciden en que el sector enfrentó una "tormenta perfecta" en 2025, compuesta por tres factores letales para la producción nacional:
- Derrumbe del consumo: La recesión económica golpeó directamente las ventas en shoppings, comercios minoristas y canales mayoristas.
- Costos fijos en alza: A pesar de la baja venta, los costos de energía, logística y alquileres continuaron aumentando, asfixiando financieramente a las pymes.
- Presión importadora: La apertura comercial en un contexto de baja competitividad local (por impuestos y costos internos) terminó de jaquear a los fabricantes locales, que no pudieron competir con precios de productos terminados traídos de Asia.
El impacto federal
La crisis textil no se limitó al Área Metropolitana de Buenos Aires. Provincias con fuertes polos textiles como La Rioja, Catamarca y Tierra del Fuego han sentido el impacto de manera directa. En estas regiones, la industria textil suele ser uno de los principales empleadores privados. La reducción de turnos, las suspensiones y los cierres han golpeado las economías locales, generando un clima de incertidumbre social que se proyecta hacia el inicio de 2026.
El escenario planteado exige respuestas urgentes. Sin políticas de fomento, alivio fiscal o protección ante la competencia desleal, el sector advierte que lo que queda de la industria podría terminar de desguazarse en el próximo ciclo, transformando a la Argentina definitivamente en un país importador de textiles, con la consecuente primarización de su economía.
