Argentina atraviesa la peor epidemia de dengue de su historia. Los números hablan por sí solos: en lo que va de 2024, según el último Boletín Epidemiológico Nacional, murieron 38 personas y se notificaron un 2546% más casos que en el mismo período de 2023 (40.137 contra 1.517).
La situación se replica en la región, que registra un "aumento exponencial", según alertó la Organización Panamericana de la Salud.
"Es muy preocupante lo que ocurre con el dengue", admitió a Clarín el infectólogo Tomás Orduna, ex jefe y actual asesor del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital de Infecciosas F. J. Muñiz de Buenos Aires.
EEn los últimos años se modificó no solo la frecuencia de las epidemias (solían darse cada 3 a 5 años), sino también la estacionalidad (en 2023 no se interrumpió la transmisión en ningún momento) y las áreas geográficas afectadas (hay circulación viral en 17 jurisdiscciones del país).
"Se han achicado los períodos interepidémicos y podríamos decir que hay un cambio no solo de los tiempos, sino de la duración de cada una de las epidemias y de expansión a nuevos territorios", dijo Orduna, quien es también miembro del Comité Científico de la Fundación Mundo Sano.
Las temperaturas más cálidas favorecidas por el cambio climático permiten, entre otros factores, que el mosquito Aedes aegypti (el vector que transmite el virus de una persona infectada a una sana) viva y se reproduzca durante prácticamente todo el año en nuestras casas y alrededores, y que se expanda a nuevas zonas en las que no era habitual verlo.
"Tenemos temporalidad absolutamente cambiada, tenemos expansión de áreas geográficas (hay casos en lugares impensados, como países de Europa) y la frutilla del postre desde el punto de vista interno en la Argentina tiene que ver con el no corte de la transmisión vectorial del dengue durante el año pasado", resumió el médico infectólogo tropicalista.
Si bien las cifras oficiales de la epidemia son de por sí elocuentes, se debe tener en cuenta que por cada caso reportado al sistema de salud hay más que contraen el virus y cursan la infección sin enterarse.
—¿Cuán frecuente es el dengue asintomático?
—En todas las enfermedades virales hay una parte de las personas infectadas que expresan enfermedad clínica con signos y síntomas, y otra muy variable de acuerdo al tipo de virus que cursan la infección de manera asintomática. En el modelo de dengue se acepta que cada cuatro personas infectadas, una va a tener cuadro clínico y tres no lo tendrán. Y, a su vez, de esas que tienen cuadro clínico un porcentaje muy variado dependiendo de cada país va a ser detectado por el sistema regular de salud y otros no.
—¿A qué se debe que haya personas muy sintomáticas y otras que no desarrollen cuadro clínico?
—En principio esto siempre tiene que ver con la relación entre el huésped (es decir, la persona infectada) y el virus. La respuesta inmunológica (como yo respondo a un determinado agente) tiene que ver con lo que llamamos inmunogenética, es decir como estoy constituido para defenderme mejor o peor, por ejemplo, de cada uno de los agentes microbiológicos.
Por otro lado, hay diferentes variantes-cepas dentro de los propios virus. No solo hay cuatro virus del dengue, sino que dentro de cada uno de ellos hay una gran variabilidad relacionada con las cepas.
Esa combinación entre una persona (un ser humano único e irrepetible) con un virus que está circulando particularmente en determinado momento es un factor importante para que se exprese o no la infección como enfermedad, independientemente de qué ocurre con los cuadros graves o los cuadros que tienen lo que llamamos signos de alarma.
Los síntomas del dengue grave son dolor abdominal intenso, vómitos persistentes, respiración acelerada, hemorragias en las encías o nariz, debilidad general, agitación, vómitos o heces con sangre, piel pálida y fría.
En esos cuadros influyen no solo nuestra respuesta individual, sino también el manejo del cuadro por parte de la persona y del equipo de salud, que tiene que estar muy alerta para evitar la deshidratación. La hidratación es la base del tratamiento del dengue y es fuertemente preventiva para evitar la progresión a un cuadro grave.
—Ya que hablamos de dengue grave, ¿el temor al "recontagio" o a una segunda infección está justificado?
—El recontagio tiene una base fisiopatológica. Es decir, hay una explicación por la cual la segunda infección con un serotipo diferente de dengue (primero con el 3 y luego con el 2, por ejemplo) es un elemento más de los que contribuyen potencialmente a progresar a un cuadro grave, pero no es suficiente.
Volvemos acá al punto de cuál es la cepa del virus particular con el que me infecté, cuál es mi constitución inmunogenética (cómo yo estoy de alguna manera "seteado" para defenderme mejor o peor), qué pasa con esa hidratación preventiva y hasta el tener muy claro el tema de los signos de alarma para recurrir rápidamente al médico.
—¿Pero los casos graves son más frecuentes por una segunda infección? ¿O una primera infección puede agravarse?
—Un trabajo publicado hace muy poquito en la revista Nature muestra claramente en un modelo de más de 600 pacientes de la India que la incidencia de dengue grave se ve prácticamente en la misma proporción en el dengue primario que en el dengue secundario.
Es decir, sin dejar de dar crédito a que la segunda infección puede aportar algo más que pueda llevar a un cuadro grave, en la infección primaria también puede ocurrir.
—Este año ya hay vacuna disponible en el mercado privado. Dado que el costo es una barrera para muchos, a nivel individual, en caso de disponer de los medios, ¿quiénes deberían priorizar su aplicación?
—La vacuna del dengue en nuestro país está habilitada a partir de los cuatro años, sin límite de edad, al igual que en Gran Bretaña y la Unión Europea. Todos los estudios que se han hecho hasta 60 años (Brasil puso esta edad como límite para vacunarse) demostraron que es muy segura, con la eficacia que una eficacia del 61% y lo más importante es que protege contra el riesgo de hospitalización o cuadro grave en el 90% de las personas vacunadas. Se puede utilizar en personas que hayan o no hayan tenido infección previa.
Desde la primera semana de agosto de 2023 hasta ahora, 118 casos fueron clasificados como dengue grave (el 0,20% del total)
Cualquier persona de más de de cuatro años se la puede aplicar. Dado que por ahora solo dos estados provinciales, Salta y Misiones, tienen un programa de vacunación pública para determinados grupos poblacionales (en cohortes de 20 a 40 años), para el resto de la población que que quiera y pueda vacunarse es hacer una inversión de salud. Yo creo que está absolutamente aconsejada.
Hay que recordar que está contraindicada en personas inmunocomprometidas y en mujeres embarazadas o en etapa de lactancia.
Se requiere siempre consulta y orden médica. No es una vacuna barata, hoy prácticamente las dos dosis configuran una inversión de 150.000 pesos. Algunas prepagas y obras sociales cubren una parte. (N. de la E.: según fuentes de Takeda, la compañía farmacéutica que la produce, a la fecha hay 10 obras sociales y 15 prepagas que dan descuentos a sus afiliados que van desde el 40%, 60% o más.)
El Estado nacional tiene en este momento parada -hasta donde sé- la evaluación sobre si va a tener un programa de vacunación nacional para determinadas áreas geográficas del país y grupos etarios, o si lo va a dejar en manos de las provincias, lo que sería compatible con lo que está ocurriendo en otras áreas en las que la nueva gestión está dejando en manos de las provincias muchas inversiones en áreas muy diversas.
—¿Cuánto deben esperar las personas que hayan tenido dengue para aplicarse la vacuna tras la infección?
—El consenso al que hemos llegado expertos infectólogos y vacunólogos es no menos de tres meses. Entre tres y seis meses después de la infección ya estarían en condiciones de vacunarse.
—El intervalo mínimo entre la primera y segunda dosis es tres meses, ¿hay uno máximo?
—La eficacia está dada con las dos dosis, por lo tanto si no puedo aplicarme la segunda dosis -por la razón que sea-no tengo garantizado estar cubierto con la eficacia reportada. Así que al momento de aplicar la primera es aconsejable asegurarse de que se podrá contar con los medios para la segunda.
—Lo que tenemos que hacer, que a veces se hace mal, es comprometernos en el descacharrado. Y eso es un tema que tenemos que hacer cada uno de nosotros, la comunidad barrial organizada y por supuesto con las directrices y un Estado presente de nación-provincia-municipios para conducir la lucha contra el vector que es elemental: menos mosquito menos transmisión de dengue.
Fuente: clarin.com