Un freezer que almacenaba 1650 dosis de la vacuna Moderna dejó de funcionar y la única solución era aplicarlas cuanto antes. Las autoridades hicieron una convocatoria vía redes sociales y cientos llegaron al lugar durante la madrugada.
La semana pasada, cientos de personas llegaron en pijamas y pasada la medianoche a las instalaciones de la Universidad de Seattle y la Universidad de Washington, en Estados Unidos. ¿El motivo? Respondieron a una alerta emitida recientemente por las autoridades locales: un congelador que almacenaba 1650 dosis de la vacuna contra el covid-19 de Moderna había sufrido un desperfecto y para no desperdiciar su preciada carga debían ser aplicadas lo más pronto posible.
A través de las redes sociales, se convocó a quienes deseen vacunarse en el momento. En pocos minutos, más de 150 voluntarios comenzaron a aplicar las dosis a las largas filas de personas que se habían formado en las calles. “Mi hijo me llamó y me dijo: ‘Mami, tenemos turnos a la 1. Me abrigué y salí así. Ahora vuelvo y puedo seguir durmiendo”, dijo una ciudadana en conversación con un medio local.
“Esta noche presencié algo grandioso que pudo haber sido terrible. El @Swedish que está aplicando vacunas recibió una llamada que decía que se necesitaban 1000 dosis para usarse. ¡Se movilizaron a las 11 pm y se aseguraron de que no se desperdiciara ni una vacuna! Terminaron su última dosis alrededor de las 2:45 am”, escribió en Twitter el periodista de la cadena KING5, quien pudo registrar el proceso con su cámara.
Tonight witnessed something great but could’ve been terrible. The @Swedish who are doing vaccines got a call that about 1,000 vitals needed to be used. They mobilized at 11 pm and made sure not one vaccine went to waste! They finished their last dose around 2:45 am!! Kudos!! pic.twitter.com/YU0Y0PICMX
— Doug Dillon (@dougdKING5) January 29, 2021
Los funcionarios del hospital de Seattle dijeron que habían tratado de priorizar a los pacientes mayores y a otros que ya eran elegibles para las vacunas, pero que su primera prioridad había sido distribuir todas las vacunas antes de que expiraran.
“Estamos cansados, pero inspirados”, dijo Kevin Brooks, director de operaciones de Swedish Health Services, uno de los dos hospitales que administraron las vacunas. “Fue conmovedor ver a abuelas en silla de ruedas a las 2 am siendo vacunadas”.