Una pequeña isla ucraniana fue atacada por los invasores rusos de Putin. Sus 13 soldados fueron masacrados por la artillería naval del Kremlin.
Un dramático y breve diálogo por radio quedó registrado mientras soldados ucranianos defendían la isla de las Serpientes en la región de Odessa de la invasión de Rusia. Allí, un buque de guerra del Kremlin se comunica con quienes se encontraban apostados en la pequeña tierra insular para que se rindieran. En el mensaje, un marinero invasor dijo a los militares ucranianos: “Este es un buque de guerra militar ruso. Les sugiero que depongan las armas y se rindan para evitar el derramamiento de sangre y las bajas innecesarias. De lo contrario, serán bombardeados”.
Sin embargo, las tropas ucranianas se negaron desafiantemente a abandonar el territorio y respondieron: “Barco de guerra ruso, ¡váyanse al demonio!”. Minutos después, comenzó el fuego de artillería y terminó con la vida de los 13 ocupantes de Serpientes. El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky reconoció posteriormente su muerte.
En su invasión, el ejército ruso ha tomado en las últimas horas la isla, un islote ucraniano deshabitado situado en el Mar Negro a apenas 45 kilómetros de la ciudad rumana de Sulina, informan hoy medios locales. El islote estaba defendido por trece soldados ucranianos, que se negaron a rendirse y murieron bajo el fuego ruso.
La toma del islote, confirmada por las autoridades ucranianas, ha provocado preocupación en Rumania, que ve cómo se cumplen los pronósticos más pesimistas sobre el avance de tropas rusas hasta las inmediaciones de su territorio. Expertos en energía han advertido de que la actual situación de conflicto en el Mar Negro hace prácticamente imposible que Rumania atraiga inversores para extraer las ingentes cantidades de gas que se han encontrado en sus aguas territoriales.
Reservas que podrían ayudar a Europa a reducir su dependencia energética de Rusia, aseguran analistas.
Abrumadora diferencia militar
La ofensiva de Rusia, segunda potencia militar mundial, sobre Ucrania confronta a dos países cuyo potencial militar no admite comparación ni en número de efectivos ni en cantidad y calidad de armamento y equipos bélicos.
Rusia, que integrada en la Unión Soviética se consolidó desde el fin de la Segunda Guerra Mundial como la gran potencia militar y nuclear junto a Estados Unidos, emprendió en 2008 un proceso de modernización que ha elevado su capacidad militar al mejor momento desde la disolución de la URSS, según indica el Balance Militar 2022 del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS).
Ucrania, que renunció en la década de los noventa a su armamento nuclear tras la desaparición de la URSS y su constitución como país independiente, también ha mejorado sus fuerzas defensivas en los últimos años, según señala el estudio del ISSS.
Sin embargo, sus armas y equipos proceden mayoritariamente de la época soviética, una herencia que también lastra su importante industria de defensa.
El Ejército de Ucrania ocupa el puesto número 22 de los ejércitos más poderosos del índice Global Fire Power, una consultora de defensa que elabora su índice de acuerdo a numerosas variables que incluyen el poderío militar, la economía, la capacidad logística o la geografía.
La diferencia entre los presupuestos anuales que los dos países destinan a defensa da una idea de la distancia de su poderío militar: Rusia gasta 154.000 millones de dólares y Ucrania invierte 11.000 millones, según esta consultora.