El billete de $1.000 ya no alcanza para adquirir 1 kilo de manteca u otros alimentos: así perdió poder de compra

El billete argentino de más alta denominación vale apenas una cuarta parte respecto a 2017, y ya no alcanza para comprar varios productos básicos.

Cada vez es más notorio en la calle que los precios aumentan de forma constante y, por ende, los billetes de mayor denominación ya "no alcanzan" para cubrir una compra mínima de algún producto de consumo cotidiano, como un kilo de manteca, carne, queso o jamón, para poner algunos ejemplos.

Algo que, a la vez, lleva a que se necesite que el Banco Central imprima más cantidad de papeles de 1.000 pesos para satisfacer la demanda de efectivo.

De hecho, a fin del mes pasado se alcanzó un nivel de 1.195,8 millones de unidades de billetes con la imagen del hornero en circulación en los bancos y el público.

Es decir, sólo en septiembre, la autoridad monetaria emitió 37,3 millones más de ejemplares de máxima denominación, según datos del propio BCRA. Y la maquinita sigue funcionando a todo ritmo, en plena campaña electoral.

A ello se agrega que no hay señales oficiales de que el BCRA lance un billete de más valor para reducir la cantidad de pesos que se necesitan a diario para ir realizar las compras en los negocios de cercanía.

Una necesidad que refleja una realidad signada por una inflacióntan alta, que se estima que llegará a una cifra acumulada de casi 50% para todo este año.

En resumen, el valor real de los pesos es cada vez menor, por eso se requieren más unidades existentes para comprar los mismos productos que antes. O bien, la otra opción es emitir papeles de mayor denominación a los de $1.000.

Por lo visto, el Gobierno optó por la primera salida: imprimir más papeles, y no convalidar que, en los hechos, se requieren cifras mayores en circulación.

Tampoco las autoridades están resolviendo otro de los problemas que se les presentan a los comercios y bancos por el mayor volumen de pesos que manejan, que es el enorme "cuello de botella" en la logística para almacenar y distribuir ese gran caudal de dinero. Hecho que implica mayores costos y complicaciones de seguridad.

Billete de $1.000, con menor valor

La historia marca que el billetede $1.000 salió a la calle en diciembre de 2017 y es, desde esa fecha, la unidad de mayor cifra en circulación en Argentina.

"Desde entonces, la inflación ha menguado su poder de compra, por lo que se estima que hoy este papel sólo permite acceder apenas a un 23% de la canasta de bienes y servicios que posibilitaba adquirir hace casi 4 años, cuando se lanzó", señala a iProfesional Andrés Méndez, director de AMF Economía.

Esto quiere decir que, si con una unidad de $1.000 se adquiría 100 de X producto en 2017, hoy con el mismo ejemplar del hornero se puede acceder a sólo 23 de ese X producto.

 

El máximo billete de Argentina, que es el de $1.000, ya vale apenas un cuarto de su poder de compra de cuando fue lanzado en diciembre de 2017.

De esta manera, cada vez son necesarios más billetes para adquirir un bien o un conjunto de bienes y servicios.

Algo que se refleja, a las claras, en varios artículos de rubros "sensibles" que refleja el IPC Nacional, como son los alimentos y otros productos de primera necesidad, en los que en la actualidad el billete de máxima denominación "apenas" alcanza para adquirir una sola unidad del bien, algo expresado en kilos, litros, docena o lo que sea su medida de comercialización.

Por ejemplo, según el relevamiento realizado por AMF Economía para iProfesional, en base a datos de la canasta básica, hoy un billete de $1.000 ya ni siquiera alcanza para comprar un kilo de queso en barra, y tampoco para adquirir un kilo de jamón cocido.

Y apenas cubre un kilo de manteca, una docena de empanadas o un kilo de cuadril de carne.

El dato alarmante es que, en diciembre del 2017, ese mismo dinero alcanzaba, como mínimo, para adquirir 4 kilos (o docenas) de cualquiera de los mencionados productos.

 

El poder de compra del billete de $1.000 en los productos de consumo diario cayó a un nivel alarmante, y una sola unidad ya casi no alcanza para ciertos alimentos.

De forma cada vez más notoria el billete de mayor denominación pasa a ser la forma de pago más utilizada para efectuar pequeñas transacciones, algo que en el mundo desarrollado lo suelen cubrir las monedas. En consecuencia, no resulta extraño que ante cualquier consumo y/o transacción deban entregarse varios billetes de $1.000 a cambio del bien o del servicio que se desea", grafica Méndez.

En base a los datos reflejados, al momento del lanzamiento de la máxima denominación hace 4 años atrás, determinados consumos requerían aproximadamente algo más de 20% de cada billete, por lo que implicaba recibir un vuelto.

"En cambio, en la actualidad, esos mismos consumos tienden a demandar una unidad o más de los de $1.000", advierte Méndez.

Este mecanismo monetario fue también visto hasta el final de 2015, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuando la mayor cifra en circulación era la de $100 y no se convalidaba la emisión de papeles de más valor.

Por lo que la cantidad de los billetes de $100 llegó a representar casi el 80% de todo el dinero en poder de la gente y los bancos, con los consecuentes trastornos producidos en el manejo de efectivo y colapso de los cajeros automáticos.

Si bien hoy esa relación no ocurre con los de $1.000 y está muy lejos de serlo, su crecimiento en cantidad es tal que ya representa la segunda denominación (después de los de $100) con más volumen en circulación en bancos y el público, según datos oficiales del Banco Central.

Países vecinos con más margen

A la hora de comparar a los billetes de mayor denominación que poseen los países vecinos, como Brasil (200 reales), Uruguay ($ur2.000) y Chile ($20.000), se puede asegurar que estos superan por lejos el valor en dólares que representa el de $1.000 en Argentina, que equivale apenas unos u$s5,8 al billete oficial "solidario".

Algo que se evidencia también al momento de compra de un producto de consumo masivo, como un kilo de manteca de primera calidad, donde se requiere casi un billete de máximo valor en Argentina, según lo consignado por la canasta básica elaborada por el Indec.

En tanto, en los países vecinos, ese mismo producto, apenas representa en precio un cuarto de la mayor denominación que tienen cada uno de ellos en circulación.

 

"Se observa con claridad, independientemente de los valores internos del bien, que nuestros vecinos tienen una relación billete/precio muy semejante a la que ostentó en billete de $1.000 en su lanzamiento", afirma Méndez.

Así, en otros países, con un sólo billete de máxima denominación se pueden adquirir varios productos de primera necesidad. Hecho que implica que también les alcanza, para este tipo de compras, la utilización de ejemplares de menor denominación. De hecho, en Uruguay se pueden comprar 5 kilos de manteca con el papel más alto que circula allí.

En cambio, en la Argentina, lejos de la región, el valor de un producto básico absorbe la totalidad del billete de mayor cifra emitido. Es decir, con "un hornero" se puede adquirir un sólo kilo de manteca.

"Esto no es nada porque dentro de dos años, si no se lanzan billetes de mayor envergadura y la inflación sigue en estos niveles, mientras en los países escogidos la equivalencia que se deberá pagar cambiará levemente, en Argentina se requerirán casi dos billetes de $1.000 para adquirir un producto básico, como manteca o queso", advierte Méndez.

En conclusión, considera que esta situación plantea una "dualidad" entre el uso que puede asignársele a un billete de máxima denominación en nuestro país, y el que rige en la economía de nuestros vecinos.

"Mientras en la Argentina tiende a convertirse en un medio de pago adecuado al valor de los alimentos, donde progresivamente cada vez más productos van a ingresar en la ´zona´ de los $1.000, en la región el mayor billete está más asociado a compras de mayor cuantía y al ahorro", sincera Méndez.

Cabe recordar que cuando el billete con la imagen del hornero fue puesto en circulación hace casi cuatro años, el objetivo fue el mismo al que tiene en los países vecinos.

"Un espíritu que afloró y que la inflación contribuyó a derribar. Algo que va mucho más allá de si su equivalencia en otras economías es suplantada por monedas. Es la diferencia entre una moneda transaccional (el peso argentino) frente a otras que, además de su utilización para transar, funcionan como reserva de valor", finaliza Méndez a iProfesional.

 

Fuente: improfesional.com

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