El peor Milei y los peligros de festejar el dolor ajeno

Del asado del veto al balcón del 52,9% de pobreza y la frialdad frente al infierno cordobés, el presidente perdió el timing y juega al límite. ¿Provocación o disociación? Una sombra cae sobre Karina. Otro “ministro” afuera. La Corte orejea. El peronismo pausa sus furias.

Hasta el viernes al mediodía, 8.400 millones de dólares habían ingresado a los bancos por el blanqueo de capitales. El doble de lo que Luis Caputo proyectó frente a funcionarios del FMI. Algo más que el cash que en su momento capturó Mauricio Macri. Se estima que el 10% de lo que declararon más de 100 mil dólares lo retirarán para operaciones inmobiliarias o transacciones autorizadas, sin pagar el 5% del impuesto especial. Los que blanquearon menos de ese tope pueden, desde el martes, retirar sin sobrecargo sus billetes, girarlos al exterior o regresarlos a las cajas de seguridad. En los bancos hay pánico e incomodidad por las cantidades de dólares crocantes que tienen en su poder.

El dato inocula fervor en el ecosistema libertario que prorrogó el blanqueo y estima que puede llegar, solo en depósitos, a 15 mil millones. Pero contrasta con el 52,9% de pobreza que informó el Indec y, en particular, con el aumento de la indigencia, que se duplicó en un año: trepó hasta 18% y en menores de 14 años llega a 27%. Dos países: blanqueo récord con indigencia explosiva.

Javier Milei parece habitar –o ver- solo el primero. Lo reflejan la foto en el balcón de la Casa Rosada junto a Susana Giménez casi en simultáneo que se informó que 25 millones de argentinos son pobres y la que posteó en X Karina Milei junto la diva y el boyero de Berna Thor -hasta ahora único perro presidencial fotografiado- a las 16, exactamente a la misma hora en que el Indec publicó las cifras. Las postales se suman a otras: la del asado en Olivos para celebrar el veto al aumento a jubilados y la de la excursión, paradójicamente gélida, a la provincia de Córdoba acosada por los incendios.

Se agregó, este sábado, el acto político del presidente con su staff de leales en el Parque Lezama de la Ciudad de Buenos Aires. El show tuvo todos los condimentos de un inicio de la campaña electoral. Las imágenes de colectivos para trasladar militantes terminaron de vestir de casta un acto que en el contexto social fue inoportuno y en términos políticos innecesario. Al margen de la logística clásica, Milei recitó un libreto repetido, endogámico, destinado a los propios, y buscó subir al ring al kirchnerismo. La novedad la aportó el discurso breve y bastante confuso de Karina. Al final, la hermanísima armó un acto para hablar ella y para que su hermano haga lo mismo: hable de ella.

¿Milei en el tobogán?

¿Es una cadena de tropiezos que, sin timing, Milei no lograr advertir como errores peligrosos? ¿O el libertario, que hasta acá no tuvo costos por sus extravagancias, cree que su comportamiento le da réditos? Milei hizo campaña con una motosierra y la promesa de un ajuste feroz. Quizá no se aprende a ser empático o sensible, pero un gobernante debería entrenar el pudor de no celebrar, o al menos de no alardear de su insensibilidad, frente al dolor de otros. ¿Disociación o provocación? Todavía no hay respuesta clara.

El pool de encuestas que certifican la caída de la imagen personal del presidente o de la gestión de gobierno –hay, en eso, múltiples matices– pueden leerse como una pista sólida. Los consultores que detectaron la baja en septiembre dicen que el movimiento se debe verificar en estos meses. Entre los que registraron la pendiente a partir de junio o julio la duda es si seguirá hacia abajo o si se construyó un nuevo piso/techo de apoyo/rechazo a Milei.

Detrás de los números, asoman otras sombras. En los focus group de la consultora Proyección se registró una novedad: la mención espontánea, con referencias negativas, de Karina Milei. Santiago Giorgetta, analista de Proyección, lo llama “satélite negativo” y especifica que se trata de “un mecanismo de defensa que toman los simpatizantes de Milei que, para no cargar contra el líder, responsabilizan al entorno”.

En los “cualis” de Proyección aparecen referencias claras a que lo malo del Gobierno es Karina, a quien “nadie votó, no está preparada, no estudió nada», el reclamo de que “no la tendrían que escuchar tanto” o algo más delicado para la autoridad del presidente, que “al final parece que la hermana es la que lleva la voz de mando y eso está mal ¡si de economía no sabe nada!”. Y una pregunta: «¿Que hacía en la ONU?».

En septiembre, la consultora Circuitos de Pablo Roma encuestó a jóvenes de entre 16 y 24 años que viven en el AMBA. El 45% dijo que en las generales del año pasado votó a Milei y el 28% que lo hizo por Massa. La positiva y negativa del presidente están casi empatadas en 29 puntos y hay 40% de regular. Lo que aparece más claro es el mapa de ganadores y perdedores: 52% cree que los principales perjudicados por las medidas del Gobierno son los trabajadores, mientras que los grandes beneficiarios son los grandes empresarios (37,5%) y la casta política (14,8%). Roma preguntó, además, con qué dirigentes se identifican los votantes libertarios: a Karina, portadora del apellido, la señala menos de 10%. En el ranking de imagen de funcionarios de la Universidad de San Andrés, la hermanísima es la que tiene el número más alto de mala imagen: 40% de muy mala.

En número de fans, casi la equipara Santiago Caputo, el gurú que tiene por delante una encrucijada. Se encargó, hasta acá, de magnificar las estridencias de Milei porque la versión extrema del libertario era la más taquillera. Hizo lo contrario a lo que hizo Marcos Peña con Macri, a quien emprolijó y le sacó rispideces para hacerlo más digerible para los sectores medios. Completó el proceso que convirtió a Macri en Mauricio.

Los RT presidenciales

Caputo Jr., un mix impreciso entre el pragmatismo brutal y la furia visceral, es una de las pocas voces que puede convencer a Milei sobre las bondades del silencio en ciertos contextos y de ser, por momentos, cauteloso. La reacción del presidente frente a Lali Espósito, que lanzó la canción “Fanático”, repleta de guiños en su contra, no sorprende pero tampoco deja de ser una anomalía. Un consultor observa los comportamientos del libertario y recuerda el momento en que el entorno le “intervino Twitter” a Alberto Fernández.

Karina, entre tanto, acelera. Fue la ideóloga del acto de lanzamiento del partido La Libertad Avanza (LLA), en el que ubicó a leales absolutos. Ella lo presidirá y Martín Menem, el heredero, será el vice. Debajo aparecen Lilia Lemoine, Alberto ‘Bertie’ Benegas Lynch y, entre otros, Gabriel Bornoroni. Aplica la categoría que suele usar, irónicamente, un dirigente porteño: insospechados de pensamiento propio.

La inclusión de Roxana Cozzo entre los diez apóstoles karinistas, junto a legisladores nacionales y provinciales, explicita el nivel de control que la hermanísima quiere ejercer sobre el partido. Cozzo era banquet manager (algo así como encargada de eventos y galas) del hotel Libertador y conoció a los Milei durante la larga estadía que los hermanos pasaron alojados en ese hotel del grupo IRSA a fines del 2023.

Sorprendió, en cambio, la ausencia de referentes con peso propio como el sanjuanino José Peluc o incluso de Sebastián Pareja, que preside LLA bonaerense y es el operador de la hermanísima en la principal provincia. Omisiones como Alfredo Olmedo, de Salta, o Ricardo Bussi, de Tucumán, se explican formalmente porque tienen sus propios partidos. Detrás hay otra cosa: Karina fusila a todo aquel que tenga autonomía.

Lo sabe Victoria Villarruel. Hace tiempo, la hermanísima le dijo en persona que no la necesitaba para armar el partido en la provincia cuando la vice le ofreció sumar a LLA. Invitada por default, Villarruel sobreactuó su ausencia. Su último ruido con los Milei fue el acuerdo de la canciller con el Reino Unido por Malvinas. Con otras urgencias y preocupaciones, en Casa Rosada dejaron de destinarle munición a la vicepresidenta.

 

Fuente: cenital.com 

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