La confesión de Laurta tras el doble femicidio conmocionó a Córdoba. Su declaración revela un patrón de control, planificación y brutalidad mientras especialistas debaten la capacidad institucional para tratar perfiles criminales tan complejos.
Revelaciones y perfil criminal
La reciente confesión de Pablo Laurta, acusado de asesinar a su expareja, su exsuegra y al remisero Martín Palacio, abre un debate profundo sobre los motivos, la estructura mental del implicado y los desafíos de la justicia para abordar casos de semejante violencia. Laurta, empresario uruguayo de reconocida trayectoria en su país, fue entrevistado y analizado mientras era trasladado desde Gualeguaychú a Concordia, tras romper el silencio sobre un crimen que golpeó al país y muy especialmente a la provincia de Córdoba.
Dominio, planificación y control: la lógica del crimen
Especialistas en investigación criminal explican que Laurta encaja en lo que la criminología denomina estructura paranoide de dominio. Este patrón no implica necesariamente un diagnóstico psicológico tradicional, sino un conjunto de comportamientos donde el sujeto busca el control total de la situación, respondiendo con violencia extrema cuando ese control se ve amenazado. El doble femicidio y el asesinato del remisero configuran, según los peritos, una cadena criminal con logística previa, paso a paso, que revela una mente estratégica y obsesionada por mantener el dominio.
- Laurta organizó los traslados y ejecutó los crímenes siguiendo un plan detallado: contrató a su primera víctima para viajes específicos, eligió rutas alternativas y tuvo en cuenta el fin de restricciones judiciales antes de actuar.
- La quema del vehículo y el intento de borrar pruebas muestran el afán por controlar cada variable, aunque la fuga posterior y errores tácticos permitieron a la policía reconstruir el itinerario y detenerlo.
- El tratamiento que dio al cuerpo del remisero —incluida la mutilación—, según especialistas, responde más a encubrimiento y lógica criminal que a mero descontrol emocional: buscaba ocultar evidencias, ganar tiempo y seguir cumpliendo su “misión”.
Justificación y victimización ante la Justicia
Ante los medios y los agentes de la justicia, Laurta declaró: “Todo fue por justicia”. Esta frase es interpretada por expertos como un mecanismo típico de autojustificación y victimización, ubicándose él mismo como la supuesta víctima de un sistema que, según su perspectiva, le habría quitado el control de su familia. Se vincula a movimientos masculinos defensivos y construye una narrativa donde la violencia es, a sus ojos, una reacción “lógica” ante la pérdida.
Errores, apuros y fuga frustrada
- A pesar de su planificación meticulosa, Laurta cometió errores: dejar rastros digitales, registrar viajes con su nombre real, cruzar con una piragua a Uruguay y cometer actos impulsivos bajo presión tras el desenlace trágico.
- La pericia psicológica realizada en una detención previa no advirtió psicopatologías peligrosas, por lo que fue liberado. Familiares ya habían solicitado internación ante señales preocupantes.
- Su detención y exposición mediática han puesto en el centro del debate no sólo el abordaje de la violencia de género, sino la necesidad de instituciones preparadas para tratar y reinsertar casos de personalidad criminal tan compleja.
Dudas y desafíos institucionales
El caso deja planteadas interrogantes sobre la capacidad estatal de identificar riesgos, ofrecer tratamientos prolongados y garantizar la seguridad social tras condenas. El especialista entrevistado subrayó que el 90% de quienes planean estos crímenes, logran consumarlos si no hay intervención adecuada. Cerrar el círculo de dolor será tarea de la justicia y de un país que necesita respuestas ante el flagelo de la violencia extrema.
Fuente/Canal: eltrece