La celiaquía y la sensibilidad al gluten son dos procesos con muchas diferencias y varios puntos en común: el más obvio, ambas requieren a día de hoy de una dieta sin gluten, aunque con matices.
La primera de ellas afecta al 1% ó 1,5% de la población y lleva siendo estudiada durante décadas, mientras que se calcula que la población con sensibilidad al gluten, están en torno al 6% de la población y lleva estudiándose aproximadamente unos 20 años.
La celiaquía, es definida a día de hoy como una enfermedad autoinmune, sistémica y crónica producida por el consumo de gluten, que se da en individuos predispuestos genéticamente.
Por su parte, la sensibilidad al gluten no celiaca tiene aún un origen desconocido, y aunque comparte síntomas con la celiaquía, no cumple con los requisitos exigidos por las pruebas diagnósticas para hablar de celiaquía. Por eso, la sensibilidad al gluten, también denominada enteropatía sensible al gluten o enteritis linfocítica, se diagnostica por exclusión y no cuenta con pruebas específicas.