"Nos llevó dos años, pero entendieron que la inflación no era un fenómeno puramente monetario", señaló Guzmán. Detalló el camino que diseña para ir bajando la inflación y cerrando la brecha cambiaria.
También para impulsar el crecimiento del salario real que "además de justo es una necesidad macroeconómica".
El tema de la inflación es uno de los problemas más serios que queda por resolver. ¿El acuerdo condiciona las herramientas que puede tener el gobierno para atacar el problema? ¿O considera que le abre el camino para actuar políticamente con mayor capacidad para lograr resultados?
El obstáculo más pesado para poder seguir creciendo y para bajar la inflación era sacarnos esta carga enorme, asfixiante, de deuda, poder refinanciarla para enfrentarla más adelante. Ese era el principal problema. Lo que se logró fue que el Estado pueda seguir cumpliendo un rol, en principio, para la recuperación económica inmediata. Que el Estado no se tenga que achicar ahora, que no tenga que haber una contracción del gasto real, que quite recursos a la economía y desestabilice la recuperación.
Valoramos que uno de los resultados de esta negociación haya sido alcanzar un acuerdo en el marco conceptual para atacar el problema inflacionario. Hubo una construcción que duró dos años de entendimiento entre el gobierno argentino y el staff del Fondo Monetario Internacional, buscando pasar de la página vieja en la visión sobre cómo atacar la inflación, que fue parte del programa stand by del gobierno anterior, a una página distinta. Ese acuerdo anterior consideró que la inflación era un fenómeno puramente monetario y que la forma de atacarla era, básicamente, congelando la emisión, congelando la base monetaria. Bueno, ya sabemos que el resultado fue absolutamente fallido. La inflación, en lugar de bajar, subió.
No se entendieron las causas de la inflación en la Argentina. Terminó además creciendo muchísimo la tasa de interés y eso terminó afectando mucho a la actividad económica. Aquí, en este acuerdo, lo que se plantea es que para atacar a la inflación hay que entender que es un fenómeno que tiene múltiples causas. Y que hay que atacar todas ellas de forma concurrente.
La primera está referida a la estructura productiva, consecuencia de decisiones políticas en la historia argentina que han impedido que el país pueda diversificar su estructura productiva y pueda tener más agregación de valor en la producción y también un patrón de exportaciones más dinámico y diversificado y menos dependiente de lo primario. Lo que la Argentina necesita, en primer lugar para dejar atrás la inflación, es ir cambiando su perfil productivo y poder tener una canasta exportadora diferente con el valor de las exportaciones y las cantidades exportadas creciendo para que en la Argentina no haya problemas de falta de dólares.
¿Considera a la excesiva concentración económica también como un factor fundamental en la generación de inflación en Argentina? Porque es parte de esa estructura productiva distorsionada.
Primero, que hay una cuestión de poder. Cuando hay concentración en la distribución del poder eso implica, y ha implicado en la Argentina, la imposibilidad de avanzar en las verdaderas reformas estructurales que el país necesitaba y necesita para cambiar su perfil productivo. Entonces, desde el punto de vista causa, sí es causa. Pero también es efecto. Hay un problema de circularidad allí.
Ahora, siguiendo con el tema de inflación, el segundo punto tiene que ver con cómo se financian las políticas públicas y en particular los déficit públicos. Y ahí es donde aparece la emisión monetaria, que para nosotros es importante bajarla. No llevarla a cero de golpe, pero sí que hay que ir bajando la emisión monetaria. Y en la Argentina de hoy, con el crédito que tenemos, hace falta bajar el déficit. No habría problema si tuviéramos crédito barato en nuestra moneda. Nosotros no tenemos eso y tenemos menos crédito del que sería deseable para la economía. Así que hay que ir bajando la emisión monetaria a la velocidad que se ha planteado.
Y en tercer lugar, hay un problema de expectativas en una sociedad que ha tenido que convivir por tanto tiempo y de forma tan errática con problemas inflacionarios. Bueno, nos hemos acostumbrado, hemos desarrollado conductas precautorias, se ve que hay inflación y todo el mundo espera que siga habiendo inflación. Y ahí es donde el Estado tiene que jugar un rol coordinador, un rol que ayude a anclar expectativas. Y ahí el sector privado también es parte.
Por eso es tan importante que se puedan alcanzar acuerdos de precios, para que funcionen como un ancla más, para que aquello que es factible desde la macroeconomía, no quede desactivado o desanclado por expectativas muy nerviosas. Y se logró que esto sea parte del entendimiento, junto a los acuerdos de precios. Y también se logró que sean parte del entendimiento la coordinación de políticas de precios-ingresos para garantizar que el salario real también crezca. Que eso es justo y además es una necesidad macroeconómica.
- ¿Cuál es la estrategia para disminuir la brecha cambiaria?
- Primera cuestión es recordar las graves consecuencias del proceso de carry trade o especulación financiera durante el gobierno anterior. Hubo capitales extranjeros ingresando a la Argentina, no para construir fábricas, sino para aprovechar oportunidades especulativas de muy corto plazo. Ingresaron dólares, los cambiaron por pesos, compraron Lebac y como la tasa de interés era más elevada que la tasa de depreciación del tipo de cambio, tuvieron ganancias importantes. Lo estuvieron haciendo mes a mes hasta que se frenó. Todavía queda una parte importante de esos capitales especulativos atrapados en la Argentina que día a día buscan salir. Eso es un problema. Eso afecta el nivel de la brecha cambiaria.
- Es otra herencia del gobierno de Macri.
- El gobierno anterior no sólo le dejó a la Argentina una deuda externa pública tan grave, sino que también dejó contaminado el mercado de deuda pública en pesos con esos fondos especulativos. Esto pone mucha presión sobre la brecha cambiaria. Ese problema lo estamos solucionando al mismo tiempo que negociamos con el Fondo y seguimos normalizando las cuentas macroeconómicas.
- Afirma que el acuerdo con el FMI no incluye un salto devaluatorio. ¿Cuál será entonces la política cambiaria?
- La misma que se viene efectuando hasta ahora.
- O sea, pequeños ajustes diarios acompañando a la inflación. ¿El tipo de cambio real hoy está a niveles competitivos?
- Sí, hoy está en un buen nivel. Argentina no es un país de 4500 a 5000 dólares per cápita, como sería si se utilizara el tipo de cambio paralelo. Hoy es un país de 10.000 mil dólares per cápita como se refleja con el actual tipo de cambio oficial.
- ¿Qué implica impulsar tasas de interés positivas en términos reales?
- El punto importante es sobre qué activos. Será sobre los bonos del Tesoro y sobre los plazos fijos. Lo más importante es que los activos financieros en general para el público tengan retornos real positivos para evitar que haya incentivos a la dolarización de carteras y, de esta forma, avancemos en una mayor estabilidad cambiaria.
- Pero eso significa un incremento de la deuda del Banco Central por el stock de Leliq.
- En una situación tan dura de pandemia hubo que recurrir mucho al financiamiento monetario. El Banco Central, en un contexto difícil, fue esterilizando esa expansión. Desde ahora va ir bajando la emisión monetaria y, sobre todo, se va ir recuperando la demanda por los activos en moneda local. Esto va a ir ordenando esa situación.