De acuerdo al portal Sprinklr.com, las palabras coronavirus y covid-19 (que designa la enfermedad causada por el virus) fueron buscadas unos 20 millones de veces en un solo día a través de Google, Facebook y Twitter el 11 de marzo.
Más allá de las redes, esas dos palabras han dominado nuestras conversaciones y hasta nuestros pensamientos en las últimas semanas.
Pero ¿cuál es el origen de ambas palabras que han sellado los primeros meses de 2020, sinónimo de esta pandemia global que deja al momento decenas de miles de contagiados y más de 6.000 personas muertas?
Covid-19
Para el nombre covid-19, hay que remontarse al 11 de febrero de este año.
En esa fecha, la Organización Mundial de Salud (OMS) dio a conocer el nombre de la enfermedad que comenzó a propagarse en la ciudad de Wuhan, China, desconcertando a los expertos en salud.
"Tenemos un nombre para la enfermedad: es covid-19", dijo el director de la organización, Tedros Adhanom.
Sin embargo, esa es la designación de la enfermedad causada por el virus.
Al virus, el Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV, por sus siglas en inglés) lo llamó SARS-CoV-2, un miembro de la familia de otros virus que fueron detectados antes, los SARS-CoV, dejando en claro que este era un virus totalmente nuevo.
Este virus fue incluido dentro de la categoría taxonómica de los Coronaviridae, CoV, o Coronavirus, llamado así por las extensiones que lleva encima de su núcleo que se asemejan a la corona solar. Su descubrimiento fue revelado en la revista Nature en 1968.
Una de sus principales características es que causan afecciones respiratorias (como el síndrome respiratorio agudo grave, SARS por sus siglas en inglés).
Pero ¿cómo llegaron a utilizar estos nombres tan técnicos y por qué era tan importante darle un nombre al virus?
Cómo se designa un virus
Aquel 11 de febrero, el jefe de la OMS se apresuró a dar un nombre que evitara cometer los errores que se dieron en el pasado: la estigmatización de un país, un animal o una región del planeta.
"Teníamos que encontrar un nombre que no se refiriera a una ubicación geográfica, un animal, un individuo o un grupo de personas, y que también fuera pronunciable y relacionado con la enfermedad", explicó Adhanom.
"Tener un nombre es importante para evitar el uso de otros nombres que pueden ser inexactos o estigmatizantes. También nos da un formato estándar para usar en futuros brotes de otras y nuevas versiones del coronavirus", agregó.
Esa importancia quedó en evidencia por una pandemia reciente: el H1N1, gripe A, que en un principio fue llamada gripe porcina, lo que la vinculaba directamente a una especie animal.
De hecho, en Egipto se sacrificaron 10.000 cerdos a causa del pánico que causó el nombre.
"Es probable que haya surgido con una transmisión de cerdos a humanos, pero el motivo por el cual se tornó una enfermedad peligrosa es que se contagiaba entre humanos", le dijo a la BBC la periodista Laura Spinney en su libro "Jinete Pálido: la gripe española de 1918 y cómo cambió al mundo".
Para cambiar eso, en 2015 la OMS emitió nuevas reglas para nombrar enfermedades y evitar errores del pasado.
La tarea urgente de darle un nombre formalmente es responsabilidad del ICTV.
Y las directrices se dieron así: el nombre del nuevo coronavirus no debía incluir:
- Sitios geográficos.
- Nombres de personas.
- El nombre de un animal o un tipo de comida.
- Referencias a una cultura o industria en particular.
Se consideró además que el nombre debía ser corto y descriptivo, como por ejemplo el SARS.