La imputada, visiblemente afectada, reconoció errores por proteger a su hijo y admitió mentiras motivadas por miedo, en un extenso y contradictorio testimonio ante el jurado.
Un testimonio marcado por el dolor y la autojustificación
En la etapa definitoria del juicio por el crimen de Cecilia Strzyzowski, Marcela Acuña brindó una declaración extensa, plagada de contradicciones, emociones a flor de piel y reflexiones personales. Desde el comienzo, se definió a sí misma como una madre que “hizo lo incorrecto” y adoptó estrategias de negación y silencio, motivadas —según su relato— por el temor de que su hijo César pudiera terminar preso.

Relato familiar, vínculos sociales y reconocimiento de ocultamientos
- Acuña relató la historia de su familia: hija de un defensor de presos políticos y miembro de un movimiento social surgido del trabajo barrial con Emerenciano Sena, reivindicó sus valores y compromiso militante.
- Sobre su vínculo con Cecilia: describió la relación de su hijo con la joven como “una de tantas” hasta que detectó cambios en César, y reconoció que intentó siempre mantener el control educativo y afectivo en su entorno.
- Admitió haber ocultado información tanto al padre de su hijo como al entorno, por miedo a enfrentar las consecuencias internas y legales.
El día clave y las dudas no resueltas
El núcleo de la declaración se centró en lo sucedido el 2 de junio: Acuña admitió haber visto un “bulto” sospechoso en el subsuelo de su casa, que de inmediato relacionó con las heridas recientes de su hijo. Sin embargo, sostuvo que nunca pudo ni quiso confirmar sus peores temores y optó por no indagar más, pidiendo “que le saquen el problema de encima” a un colaborador. Reconoció que ese pedido fue ambiguo y evitó dar órdenes precisas, pero admitió haber encubierto por temor y confusión.
- Describió cómo pidió ayuda a empleados para retirar basura y objetos, una rutina que, por la escala de las actividades barriales, resultaba habitual, pero en esta ocasión tuvo resonancias trágicas en el contexto de la investigación.
- Insistió en que todo hecho o movimiento en la casa ocurrió en presencia de muchas personas, lo que, según ella, desmiente la posibilidad de un crimen planificado y oculto.

Mecanismos de negación y confesiones públicas
Acuña confesó ser culpable, ante todo, de no haber percibido la crisis emocional de su hijo. Explicó que el proceso mediático acentuó su aislamiento, la falta de acompañamiento legal y el deterioro de los lazos familiares. Detalló que mintió en las primeras declaraciones, instruyó a su colaboradora Fabiana González para modificar su testimonio y reconoció haber tomado decisiones pensando siempre en evitar que César quedara detenido.
- Pidió disculpas a varias personas afectadas, incluidas su propia familia y Gloria Romero, la madre de Cecilia, e hizo un llamado al valor reparador de la verdad en situaciones dolorosas.
- Mencionó incidentes durante el allanamiento, la falta de comunicación efectiva y su desconcierto ante lo sucedido.
Conclusiones y repercusión social
El testimonio, seguido con atención por el jurado, expuso públicamente la dimensión humana del caso: las contradicciones y debilidades, la lucha por proteger a los hijos, la dificultad para enfrentar la realidad de la violencia y los efectos devastadores en todos los espacios —familiares, sociales y judiciales— implicados en la tragedia.

