Un reciente sondeo de la consultora Management & Fit revela que la crisis económica ha obligado a la mayoría de la población a redefinir sus prioridades de gasto. La disminución en la compra de indumentaria, el cambio en la dieta familiar y el abandono de las primeras marcas se han vuelto estrategias de supervivencia
La difícil situación económica que atraviesa el país ha impactado de manera directa en la vida cotidiana de los argentinos, reconfigurando por completo sus patrones de consumo. Un sondeo nacional realizado por la consultora Management & Fit ha puesto en cifras lo que muchos perciben a diario: ocho de cada diez argentinos han tenido que modificar drásticamente sus hábitos de compra para poder enfrentar el aumento constante del costo de vida.
Priorizar y recortar: el nuevo manual del consumidor
El informe detalla con precisión en qué áreas se concentran los mayores recortes. El rubro de indumentaria y calzado es el más afectado, con una postergación masiva de las compras. Las familias han optado por estirar la vida útil de sus prendas y accesorios, priorizando el gasto en bienes esenciales. Este cambio es un claro reflejo de la pérdida de poder adquisitivo y de la necesidad de destinar el dinero a lo más urgente.
Otro de los cambios más significativos se observa en la dieta de los hogares. La compra de carne, un alimento fundamental en la cocina argentina, ha disminuido considerablemente. Los consumidores ahora eligen cortes más económicos o reducen la frecuencia de su consumo, optando por otras fuentes de proteínas más accesibles. Este ajuste en la alimentación es uno de los indicadores más directos del deterioro de los ingresos familiares.
La búsqueda de alternativas y el impacto en los ingresos
El sondeo también revela una estrategia de ahorro generalizada: el reemplazo de las primeras marcas por opciones más baratas, tanto en productos de limpieza y cuidado personal como en alimentos. La lealtad a la marca ha quedado en un segundo plano frente a la necesidad de optimizar cada peso. Además, la situación es crítica para un amplio sector de la población: un 46.3% de los hogares reporta que sus ingresos ya no son suficientes para cubrir la totalidad de sus gastos mensuales, lo que los obliga a recurrir a deudas o a recortar aún más en sus compras. Esta contracción en el consumo masivo afecta incluso a sectores de ingresos medios, que se ven obligados a ajustarse a una realidad económica cada vez más compleja.
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