La OTAN exigió a Moscú que detenga la movilización. El antecedente de la anexión rusa de Crimea, presente.
Europa y Estados Unidos empiezan a mirar con preocupación a Donbas, la región del sureste ucraniano, de población mayoritariamente de lengua rusa y a la que Moscú parece tener en el punto de mira como hizo en 2014 con la provincia ucraniana de Crimea, anexionada a la fuerza. El G7 emitió el lunes un comunicado en el que exhortaba a Rusia a frenar los movimientos de tropas y la OTAN reforzó ese mensaje este martes.
Jens Stoltenberg, secretario general de la Alianza Atlántica, exigió a Rusia que detenga de una vez ese acumulamiento de tropas y material militar a pocos kilómetros de la frontera oriental de Ucrania y que deje de apoyar militarmente a los separatistas armados del Donbas. Moscú asegura que se trata de ejercicios militares. Stoltenberg se reunió en Bruselas con el ‘canciller’ ucraniano Dmytro Kuleba, que pide ayuda a Occidente e incluso que se acelere el proceso para la adhesión de su país a la OTAN.
Stoltenberg, en el mismo día en que también están en Bruselas dos altos cargos de la Administración estadounidense (el secretario de Estado Anthony Blinken y el secretario de Defensa Lloyd Austin) dijo en conferencia de prensa junto a Kuleba que “el refuerzo militar considerable de Rusia es injustificado, inexplicable y profundamente preocupante. Rusia debe poner fin a ese refuerzo militar en Ucrania y alrededor de Ucrania, dejar sus provocaciones y cesar toda escalada inmediatamente”.
Kuleba advirtió a la OTAN que esté atenta para no ser “sorprendida” por Rusia y pidió “apoyo muy concreto” a la Alianza Atlántica: “Hay que evitar el error cometido en 2014 cuando Rusia lanzó una acción rápida en el Donbas y Crimea mientras una gran parte de los occidentales pensaba cómo reaccionar”. Kuleba dijo a Stoltenberg que “nada puede ser excluido con Rusia”.
La diplomacia rusa no acepta presiones. Moscú dijo el martes a primera hora que la OTAN y Estados Unidos están jugando con fuego y arriesgándose a una crisis mayor si apoyan con armas a Ucrania para reforzar sus capacidades defensivas, que difícilmente pueden hacer frente por sí solas al poder militar ruso.
Fuentes de la OTAN contaban tras la reunión con los funcionarios ucranianos que estos están convencidos de que Rusia sólo busca un pretexto para atacar militarmente a su país, una excusa, algo que presentar ante el mundo como una primera agresión de Ucrania a la que responderían en un acto de legítima defensa.
Esas mismas fuentes consideran creíble el cálculo de Ucrania que dice que en los últimos días Moscú amontonó a 80.000 hombres en su frontera y que están siendo reforzados con artillería, blindados y misiles de corto alcance.
¿Hay probabilidades reales de una guerra?
Gustav Gressel, analista del ‘European Council on Foreing Relations’ y experto en Rusia, en conflictos armados y en asuntos militares, considera que “la guerra, aún posible, no es el escenario preferido por el Kremlin. Han hecho el reforzamiento de tropas de forma bastante pública, ven qué lejos pueden llegar aplicando presión.
Más que una guerra abierta pueden darse pequeñas batallas o encuentros armados”. Este analista considera que mientras “Biden está reforzando la inteligencia militar sobre Rusia, informando a los ucranianos de lo que pasa sobre el terreno y advirtiendo a los rusos para que no cometan alguna estupidez, los europeos se muestran increíblemente débiles y hasta indiferentes”.
Gressel cree que si Ucrania quiere evitar un conflicto armado, “si vis pacen, para bellum” (si quieres la paz, prepárate para la guerra): “Tienen que hacer ver creíblemente al Kremlin que cada movimiento militar que haga tendrá costos desproporcionadamente mayores a los beneficios. Mantener la calma, prepararse y ser fuertes. Para esto último necesitan ayuda”.